La presencia de humo negro visible de manera regular saliendo por el tubo de escape de un motor diésel es algo relativamente cotidiano (aunque cada vez menos) y nos está indicando que hay algo raro en el motor del coche: el combustible no se quema bien.
Vamos a explicar cuáles son las posibles causas de la presencia de humo negro y cómo se puede prevenir este mal funcionamiento de los coches diésel.
El humo negro es una llamada de atención de la mecánica
A medida que se ha ido renovando el parque móvil (dentro de sus posibilidades) y se han ido extendiendo y perfeccionando los filtros de partículas se van viendo menos nubarrones negros, pero es una dolencia que sigue ahí, latente entre los coche diésel.
Existe una falsa creencia de que los motores diésel expulsan humo negro por el tubo de escape y es algo normal. No. La presencia de humo negro denota que la combustión en el interior del motor se está realizando con una mezcla demasiado rica en combustible, que está quemando más combustible del que debería en proporción a la mezcla que sería la ideal; le falta oxígeno.
Este desequilibrio en las proporciones está asociado normalmente al sistema de admisión y concretamente al filtro de aire o a los conductos de admisión del vehículo. Un filtro de aire en mal estado, sucio o gastado impide el flujo de aire normal hacia el sistema de inyección. Cambiar un filtro de aire es una reparación sencilla y barata. Por unos pocos euros tendremos un recambio y su sustitución suele ser sencilla y apenas necesita herramientas.
También es posible que estemos dando al coche un uso bastante suave, conduciendo de manera aterciopelada en ciudad, distancias cortas, sin que el propulsor alcance su temperatura óptima de funcionamiento y sin apenas subir de revoluciones. De ser así los restos carbonosos se pueden acumular en piezas clave como los inyectores, pudiendo obstruir el paso de la mezcla necesaria para realizar una combustión óptima.
La también conocida como carbonilla se puede ir depositando en filtros, válvulas EGR u otros componentes como sensores que afectan al flujo de gases en el motor. Es por eso que al exigir a esos propulsores un extra puntual pueden soltar más humo.
A partir del año 2005 con la normativa Euro4 se incluyeron como equipamiento obligatorio en todos los coches diésel los filtros de partículas. Estos filtros atrapan las partículas en los gases de escape pero pueden llegar a saturarse y dejar de cumplir su función.
Para que un filtro de partículas haga bien su trabajo y sea capaz de regenerarse necesitan alcanzar temperaturas muy altas para desintegrar la carbonilla atrapada. Es decir, que para limpiar un filtro de partículas hay que hacer que coja temperatura y esto se puede realizar circulando unos 20 o 30 km a 120 km/h.
En estos dos últimos casos casos (y si la solución de intentar regenerar el filtro de partículas no funciona) habría que visitar el taller para una limpieza o directamente sustitución si el deterioro es demasiado grave, y su coste puede llegar a ser elevado.