Hace dos semanas cogí un AVE desde Madrid a Sevilla. No iba a la Feria de Abril como la mayoría de los pasajeros del tren, sino que iba a probar un coche de caballos, concretamente de 571 caballos, el Mercedes SLS AMG.
El lugar elegido para la presentación del todopoderoso “alas de gaviota” del siglo XXI era el Circuito Monteblanco, situado en la provincia de Huelva y a escasos 30 minutos de Sevilla en autobús. Una sabia elección, porque aunque Mercedes asegura que el Mercedes SLS AMG es un superdeportivo que se puede utilizar a diario, nada mejor que un circuito para tratar de sacarle el máximo partido.
Mientras nos dirigíamos hacia Monteblanco, una espectacular tormenta se formó en las inmediaciones del circuito. Rayos y truenos nos dieron la bienvenida a nuestra llegada, mientras los Mercedes SLS AMG nos esperaban desafiantes sobre el “pit lane” de boxes. Una ambiente de película de terror para montar en un coche que tiene todo lo necesario para meterte el miedo en el cuerpo.
Mientras comíamos algo ligero antes de salir a pista, la tormenta descargó una tromba de agua muy fuerte que dejó la pista encharcada. Afortunadamente el sol salía por momentos y cuando una hora después nos tocó salir a pista, ésta se estaba secando a pasos agigantados.
En total había 4 unidades de Mercedes SLS AMG, tres para salir a pista y una para hacer fotos estáticas. Todos ellos iban acompañados del resto de la gama AMG, que también tuvimos oportunidad de probar y de los cuales os contaré mis impresiones en entregas posteriores.
Tras una breve charla teórica dónde nos contaron cual iba a ser la dinámica de conducción en pista, se acercaba el momento esperado. Rodaríamos en tandas de cuatro vueltas y en convoy de cinco coches, un SLS AMG abriendo, un SL 63 AMG, un E 63 AMG, un C 63 AMG, y por último un SLK 55 AMG. En total un convoy de 2.438 caballos, no está mal, ¿verdad?
Mercedes SLS AMG, analizando su aspecto
El grupo que acudimos a probar el Mercedes SLS AMG a Monteblanco ese día éramos unas 20 personas, unos con más ganas de salir a pista que otros. Así que dejé que el primer grupo saliese y me quedé esperando a la segunda tanda.
Lo hice a propósito porque antes de montarme en el, quería ver con detenimiento el aspecto del Mercedes SLS AMG del que ya había escrito varios artículos, del que había visto una unidad gris mate en el Top Gear Live de Amsterdam y otra unidad en la T4 del Aeropuerto de Madrid. Todos estos encuentros entre el SLS y yo habían sido demasiado fugaces y no había dado ni tiempo a que pudiese surgir algo entre nosotros…
He de decir que salvo contadas excepciones, nunca he sido un devoto del aspecto de los Mercedes. Tal vez por mi edad o por otros motivos que ahora mismo no sería capaz de explicar, siempre he preferido los modelos de las otras dos marcas de la competencia alemana que las de Mercedes. Pero he de decir que el Mercedes SLS AMG ha hecho que mi percepción de la marca alemana haya cambiado por completo.
Me quedé parado delante de la unidad de exposición que tenían parada sobre la línea de boxes observándola con detenimiento. Su línea exterior es sencillamente perfecta, tiene una mezcla justa entre estilo retro, deportividad y elegancia, algo muy difícil de conseguir.
El frontal es imponente y diferente a todo lo que hemos visto hasta ahora en el segmento. La parrilla delantera tiene mucha personalidad gracias a sus grandes dimensiones y a las formas de la misma, que ocupa casi por completo el frontal del Mercedes SLS AMG.
Además las luces, dispuestas en los extremos del capó delantero tienen una forma muy peculiar, que le dan ese aspecto tan personal que lo hacen inconfundible. El capó delantero es muy grande, largo y bajo para esconder dentro el motor V8 de 6.208 centímetros cúbicos que, como todos los modelos AMG, va firmado con una placa que muestra el nombre del ingeniero que se ha encargado de ensamblar desde la primera hasta la última pieza del bloque.
La disposición de los distintos elementos del coche sigue el esquema típico de los superdeportivos más tradicionales y eso me encanta. El largo capó deja el habitáculo situado muy atrás y con muy poco espacio para el voladizo posterior, otorgándole un aspecto muy compacto a la trasera del coche.
Esta disposición de los elementos permite que las aletas delanteras dejen espacio para unas impresionantes branquias con el distintivo “6.3” en referencia al motor V8 que se esconde detrás. Son un guiño más al mítico Mercedes SL 300 “Gullwing” de los años 50, el vehículo que ha servido de inspiración para la creación del Mercedes SLS AMG.
Además la línea superior de dicha branquia se extiende hacia atrás marcando la forma característica de la puerta del coche. En el Mercedes SLS AMG se ha optado porque los escapes salgan por la parte trasera del coche, al contrario que en el Mercedes SLR McLaren en el que salían los escapes justo por debajo de las branquias delanteras.
Continuará...
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