"Un cliente puede tener un coche pintado del color que quiera siempre que sea negro". Esta frase atribuida a Henry Ford en referencia al Ford Model T, la utilizó General Motors contra Ford. Las marcas del entonces joven grupo industrial, con Chevrolet y Cadillac a la cabeza empezaron a proponer colores diferentes, dejando la posibilidad al cliente de escoger su color. Fue todo un éxito.
Unos cien años más tarde, parece que eso de poder escoger el color del coche ya no parece tan relevante. Y es que aunque los fabricantes de automóviles multiplican el número de colores brillantes en sus catálogos, los automovilistas no parecen ser muy receptivos. Prefieren los colores tradicionales. A nivel mundial, los colores favoritos siguen siendo el negro, el blanco y el gris, en todas sus variantes. ¿Qué ha pasado? ¿Por qué esa uniformidad?
Los datos. Según el último informe mundial de Axalta, proveedor mundial de pinturas para la industria del automóvil, el blanco sigue siendo el color más común en los coches en 2020 (38%). Ha ocupado el primer puesto del podio durante los últimos diez años. El negro es el segundo en el podio (19%), por delante del gris (15%), del plata (9%) y del azul (7%).
Por supuesto, a nivel local, existen algunas particularidades, debido a la climatología de algunos mercados. Por ejemplo, el blanco es uno de los colores favoritos en los países del Mediterráneo y de Oriente Próximo. Es casi lógico, el blanco retiene menos el calor que el negro. A la inversa, en Canadá el blanco no suele gustar. Y es que se ensucia fácilmente en los largos inviernos debido a la nieve derretida y la sal o gravilla que se echa en las carreteras en esos meses del año.
Las razones de las preferencias son varias, pero la principal podría deberse sobre todo a la red comercial de los fabricantes, los concesionarios.
En Europa, el fabricante ha de proponer al menos un color gratis, por ley. No puede cobrar un suplemento por pintar el coche. Y ese color gratis, podría que pensar que es el blanco o el negro en la mayoría de marcas. Es el caso de algunas marcas, como BMW, Mazda o Tesla, que tienen en el blanco el color incluido. Otro ejemplo nos lo da Mercedes-Benz, que propone el Mercedes Clase A en color negro sin suplemento.
Pero no siempre es el caso. Por ejemplo, en el Renault Captur E-Tech, el color gratis es el Azul volga. Si miramos en Hyundai, en el caso del nuevo Tucson Híbrido, el color gratis es el rojo. Incluso en marcas premium, no es algo habitual. En Audi, por ejemplo, el color gratis o incluido en el precio del Audi Q3 es el naranja metalizado llamado Pulse Orange, siendo los blancos, negros y grises colores opcionales que pueden llegar a costar 975 euros.
Por otra parte, las marcas desvelan sus nuevos modelos con un color llamativo con la intención de que sea uno de los favoritos de la lista de opciones de la clientela. Uno de los casos más evidentes, es el de Mazda. La firma nipona presenta casi siempre todas sus novedades con el rojo Soul Red, el cual es casi siempre opcional (en torno a los 500 euros).
Los colores neutros hacen mancha en el mercado y van siendo integrados como la norma
Y sin embargo, a pesar de los esfuerzos de las marcas por introducir colores llamativos y que resalten las formas de la carrocería de su nuevo producto, la gente sigue prefiriendo los colores más neutros. Unas preferencias alimentadas por los propios concesionarios.
Con el auge de los leasing, renting y fórmulas más o menos similares ideadas por las marcas de coches, los concesionarios suelen a menudo orientar la clientela hacia colores neutros, como el blanco, el negro, el gris o el plata.
Y es que una vez que finalicen esos contratos de renting o leasing, los concesionarios tendrán que vender esos coches en el mercado de segunda mano. Y un coche blanco, negro o gris, tiene más probabilidades de gustar, o al menos de no desagradar, a la mayoría de posibles clientes que un coche, por ejemplo, amarillo o verde.
En Estados Unidos ese fenómeno se ha acentuado con la costumbre del cliente de no querer esperar por un coche, de ahí que los concesionarios estadounidenses tengan que tener stocks tan grandes que darían pesadillas a sus homólogos europeos. Y claro, al final, pocos son los clientes que quieren esperar por tener un coche naranja o amarillo y se decantan por uno blanco o gris.
Al final, tanto coche de color neutro hace mancha en el mercado, es decir, resulta más visible para el público que el amarillo o el naranja o el verde, por ejemplo. Poco a poco, el gusto del público se va conformando con esos colores y un color más llamativo es algo inusual, que se sale del rebaño y no gusta a todos por igual.
Car colors have gotten boring thanks to a feedback loop: a plurality has always liked boring colors ➡️dealers stock those colors ➡️you have to wait for to get a cool color ➡️less people get cool colors➡️cool colors seem weird to more consumers 🔁 Graphic: https://t.co/ymYEijAtbT pic.twitter.com/GKmvqwUesk
— Ethan Mollick (@emollick) October 1, 2021
Es, como lo explica Ethan Mollick profesor en The Wharton School (University of Pennsylvania) es un círculo que se va retroalimentando. Ahora bien, para saber si es un círculo vicioso o virtuoso, todo dependerá de si nos gustan los coches blancos, naranjas o verdes.
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