Sabemos que Donald Trump lleva tatuado en el pecho lo de 'America first' y que la industria automovilística estadounidense será la niña mimada de la administración republicana hasta el fin de los días (de los días de mandato, esperemos). Desde hace años, California ha luchado contra la revisión de los estándares medioambientales establecidos durante la época Obama, y deberá seguir haciéndolo ahora que Trump busca medios menos 'agresivos' para cumplir con ellos.
Apaciguando a la industria con estándares demasiado suaves
Un borrador de proyecto emitido por la Administración Nacional de Seguridad en el Tráfico de Carreteras (NHTSA por sus siglas en inglés) muestra el empeño del gobierno estadounidense por encontrar opciones viables que permitan reducir las emisiones de partículas contaminantes, sí, pero no tanto como pretendía Barack Obama.
Los fabricantes de automóviles han presionado agresivamente a Trump para que revise los estándares que dicen necesitar de ajustes a la luz de las crecientes ventas de pick-ups, los bajos precios de la gasolina y la tibia demanda de vehículos enchufables.
Tal y como desvela la agencia Bloomberg, uno de los objetivos futuros permitiría un estándar promedio de ahorro de combustible de toda la flota de 35,7 millas por galón para 2026, por debajo de las 46,6 millas por galón bajo las reglas del gobierno de Obama. Estas reglas podrían establecerse de 2022 a 2025.
Bajo ese escenario, la agencia de tráfico proyecta que aproximadamente el 10 % de los vehículos nuevos vendidos en 2030 necesitarían ser híbridos o eléctricos para cumplir con los estándares en comparación al 61 % propuesto por el antecesor de Trump.
Estos datos dan una idea del estado de las negociaciones entre la NHTSA y la Agencia de Protección Medioambiental, que con total probabilidad volverán a enfrentar a los reguladores californianos. Recordemos que California ha sido un estandarte de lucha contra el cambio climático y ha llevado a cabo medidas tan agresivas como la prohibición de vehículos gasolina y diésel para 2040.
De hecho, es el único estado que cuenta con un programa de mercado de emisiones que obliga a las industrias a pagar por contaminar. Con el gobernador Brown erigido como estandarte de la defensa del medio ambiente en California, los demócratas dominan el Legislativo, pero necesitan el apoyo de los republicanos para lograr sus objetivos.