Según la patronal de los fabricantes ANFAC, en España la edad media de los turismos es de 11,3 años, y la tendencia es que esa edad siga subiendo. La consultora MSI estima que en 2017 subirá a 11,6 años y en 2021 a 12,1 años. Audatex es más pesimista, para 2017 calculan que el 67% del parque excederá los 10 años.
En las fotografías podéis ver coches que ahora mismo tienen más de 10 años. Las imágenes son de cuando eran nuevos. Si han estado en las manos adecuadas y se han cuidado, tendrán ese mismo aspecto ahora mismo. No debemos confundir edad con estado, son cosas diferentes.
Vaya por delante que entiendo la preocupación de los fabricantes, viven de vender coches y para eso hay que regenerar no solo los que son accidentados, robados o destruidos por la naturaleza. También pretenden reemplazar los coches que ellos mismos fabricaron tiempo atrás. Si no, la rueda consumista se pararía.
El cuarto vagón va en cola
España es el cuarto mercado europeo más importante. En Italia los coches de más de 10 años son el 40% ahora, un 35% en Alemania y en torno a un 30% en Reino Unido. Oficialmente tenemos el parque automovilístico más envejecido de la Unión Europea, y es a consecuencia de la crisis económica.
2007 fue el año de las vacas cicladas, cuando hubo 1,6 millones de ventas en España, la edad media no llegaba a ocho años. Cambiábamos de coche más a menudo. El 69% de los coches tenían menos de 10 años. En 2013 ese porcentaje ya era del 54,8%. Ahora es inferior al 50%.
Solo hay una forma de solucionar eso, y es aumentar sustancialmente la tasa de reposición, que se vendan muchos coches nuevos y que desaparezcan los antiguos. Cuanto más antiguos sean los que se retiren, mayor impacto tendrá en las cuentas, si son números de cierta envergadura, obviamente. Así funciona la media aritmética, los extremos la distorsionan.
La patronal alude a su inferior nivel de seguridad comparado con los coches actuales, en 10 años han mejorado muchas cosas, y que son coches que no cumplen la normativa Euro 4 aún. Por lo tanto, contaminan más que los modelos de nueva fabricación.
Pero el motivo por el que se conservan los coches más tiempo es por dificultades económicas. En la larga lista de prioridades el coche nuevo no está entre las primeras. No debe extrañarnos que a pesar de los planes VIVE, 2000E y PIVE las ventas son la mitad que en 2007.
Aunque el mercado se está recuperando, la tasa de reposición no es suficientemente rápida. Se da mucho el caso de reemplazar un coche que ya no puede más por uno de ocasión, pero no por uno nuevo. Se venden muchos más coches usados que nuevos. Solo los planes PIVE y PIMA Aire (del Gobierno del PP) han retirado 600.000 modelos viejos de las calles.
Esto, claro, en teoría. Haría falta una auditoría de las gordas para saber cuántos fraudes de destrucción definitiva hubo, o si estamos contabilizando en el parque a coches que hace años que se dieron de baja y no circulan. No pongo la mano en el fuego por esos datos, pero sirven para orientarnos.
Volviendo a lo de antes, la edad no es un problema tan grande como el estado. Quien conserva un coche de 2004 y está en buenas condiciones, no es ni un potencial cadáver ni un terrorista ambiental, y tampoco posee una cafetera. Otra cosa sería que se cayese a pedazos.
Aunque el mercado recupere el nivel de ventas de 1,2 millones de unidades al año, que sería lo lógico considerando nuestra macroeconomía, la edad media no se va a reducir fácilmente. Sobre todo si se instaura la cultura de volver a preocuparse por que las cosas duren, y no cambiar por cambiar algo que te hace el servicio.
Servidor contribuye al problema con un clásico y un seminuevo que tienen 14 años de edad media, y no piensa cambiar antes de que tengan ambos 20 años de media. Mientras tanto, procuraré que estén en el mejor estado posible, por los demás, y por mi.
Las administraciones públicas deben velar por, en la medida de lo posible, dar facilidades a los ciudadanos para mantener sus coches en el mejor estado posible si no pueden permitirse un coche nuevo. Esto ya no es tan sencillo, y desde luego no ayuda a los fabricantes.
O eso, o hacemos como los británicos, que incentivan a la gente a deshacerse de coches que funcionan perfectamente por convertirse en una carga para sus bolsillos debido a los impuestos. O a la japonesa, aumentando tanto los costes de propiedad (fundamentalmente por ITV) que no merezca la pena mantenerlos tanto tiempo.
Fuente | ANFAC