Netflix ha estrenado hace poco el documental 'American Factory', y su visionado no deja indiferente. Con la mayor huelga la que se enfrenta General Motors en 12 años como trasfondo en estos momentos, nos cuenta la historia de cómo la crisis de 2008 provocó el cierre -entre tantos otros- de una planta de ensamblaje de coches de General Motors en Dayton, Ohio.
Dos años después, empresas chinas comenzaron a aumentar su inversión en Estados Unidos, reabriendo fábricas norteamericanas. Es aquí donde entra en acción Fuyao Glass, una compañía china de lunas para automóviles que tendrá que mantener el equilibrio entre dos culturas con sus propios problemas sistémicos.
La industria vista desde la perspectiva del obrero y del empresario
'American Factory' es un historia muy bien contada. Bien podrían haberla estrenado hace nueve años como ahora; seguiría estando de actualidad, pues las recesiones y las crisis son cíclicas, y siempre atacan a los que se sitúan en los escalones más bajos, como ocurre en las inundaciones.
En septiembre de 2008 Estados Unidos se enfrentó a su mayor crisis. El cuarto banco de inversión más grande del país, Lehman Brothers, quebró después de provocar un desastre a escala global a raíz de las hipotecas subprime. Este es el punto de partida del documental.
Como consecuencia, la planta que tenía General Motors en Dayton tuvo que cerrar sus puertas, perdiéndose más de 10.000 empleos. En 2010, un señor llamado Cao Dewang decidió reabrir este enclave para localizar en su lugar una fábrica de Fuyao Glass Industry Group.
Cambió el nombre a Fuyao Glass America, se llevó sus propios trabajadores de China y contrató a muchos de los obreros despedidos por General Motors, aunque pagándoles menos de la mitad de lo que hacía el gigante de Detroit. Quería impresionar a los estadounidenses y hacerles cambiar la idea que tenían de China. De los chinos.
Y sería un hito: estadounidenses trabajando a las órdenes de asiáticos, codo con codo, para volver a ser de la clase media tras una crisis que la avaricia de sus propios bancos causaron. Dos culturas tratando de equilibrar la balanza y con una visión de la vida diametralmente distinta. La primera advertencia que se hace desde Fuyao es clara: los sindicatos están prohibidos. Los sindicatos son malos para la eficiencia, dice Cao.
Fuyao Glass America takes over Fifth Third Field. Families having fun at our Employee Appreciation Day. pic.twitter.com/WcwgJKh0sT
— Fuyao Glass America (@fuyaousa) September 17, 2017
Para los trabajadores chinos es lo normal; los estadounidenses al principio se conforman. Les han dado trabajo, una nueva oportunidad.
Pero el rendimiento no es el que se espera. Sus colegas chinos trabajan en turnos de 12 horas y tienen uno o dos días libres al mes. Al ritmo de los estadounidenses, es imposible no afrontar pérdidas. Así se va desarrollando este documental, con testimonios en primera persona desde el lado del obrero, y desde la perspectiva del empresario del sector automotriz.
Students are back in school, but our robots are hard at work. #FirstInGlass pic.twitter.com/WcjsHpMrnj
— Fuyao Glass America (@fuyaousa) August 16, 2017
Ahora no son los bajos salarios, las largas jornadas laborales o las malas condiciones de seguridad; es la automatización la que amenaza los puestos de trabajo en Dayton, reflejo de lo ocurre en el resto del mundo no sólo en la esfera de los coches.
Mientras tanto, Estados Unidos y China, que es el mercado más importante de coches eléctricos, libran un guerra comercial sin parangón, que acabará por afectar a la economía global. ¿Quién es el malo en esta historia?
Foto | Netflix