Las futuras fábricas de baterías europeas están en peligro. Los desorbitados precios de la energía tienen la culpa
Los precios de la energía, cada vez más desorbitados en la Unión Europea, están poniendo en peligro los esfuerzos de los fabricantes de coches eléctricos por crear una industria propia de baterías que sea capaz de cortar lazos con China. Muestra de ello es que el Grupo Volkswagen, con uno de los proyectos más ambiciosos en marcha, duda ahora de su viabilidad.
Así lo ha manifestado el Director de Operaciones del gigante alemán, Thomas Schäfer, quien ha destacado que “la Unión Europea están perdiendo rápidamente atractivo y competitividad” a consecuencia de los elevados precios que están marcando tanto el gas como la electricidad en suelo europeo.
Falta de inversión y trabas burocráticas: la pescadilla que se muerde la cola
La batería es el corazón del coche eléctrico y, como llevamos viendo desde febrero con el abastecimiento del gas a Europa, depender de terceros para un elemento crítico no es buena idea.
En Europa ya hay grandes proyectos en marcha en torno a la fabricación propia, como es el caso de la apuesta de BMW para Hungría o de las seis fábricas que el Grupo Volkswagen lleva tiempo anunciando.
Una de ellas, que se planteaba en Sagunto (Valencia), ha llegado a peligrar por considerarse insuficientes las ayudas públicas del PERTE para su creación, aunque parece que finalmente saldrá adelante tras una asignación de fondos de 400 millones de euros. Si los precios de la energía lo hacen viable, claro.
En total, el que es mayor fabricante de automóviles del mundo se ha comprometido a invertir 20.000 millones de euros en plantas de baterías que darán empleo a 20.000 personas en toda Europa. El pasado mes de julio, Volkswagen ya puso la primera piedra de la fábrica situada cerca de Salzgitter (Alemania), que se esperaba que empezase a funcionar en 2025.
De no acotarse los precios de la luz y el gas, al Grupo Volkswagen podría resultarle mucho más rentable establecerse en otro suelo para fabricar baterías propias: “las inversiones en la producción intensiva en energía o en nuevas fábricas de celdas de batería en Alemania y la UE serán prácticamente imposibles. La creación de valor en esta área tendrá lugar en otros lugares”, ha sentenciado Schäfer.
Y es que cada fábrica no solo necesita cantidades ingentes de energía para ponerse en pie, sino también para ponerse en marcha.
Una industria propia que avanza a paso de tortuga
Tras la reciente declaración conjunta del ministro de Economía francés, Bruno Le Maire, y su homónimo y también vicecanciller alemán, Robert Habeck, en la que se comprometen entre otras cosas a "explorar e impulsar las posibilidades de la política industrial" europea, así como para tratar de contener los precios de la energía, Schäfer ha utilizado su perfil de LinkedIn para expresar su preocupación.
Sobre el acuerdo germano-francés, el alto ejecutivo del Grupo Volkswagen dice que es el paso correcto, “pero el documento conjunto se queda corto en las áreas cruciales y no establece las prioridades esperadas”.
Además, calificó de “anticuados y excesivamente burocráticos” los programas de subvenciones industriales existentes en Europa en la actualidad.
Además de tener puestas las miras en el mecanismo ibérico, los líderes de dos de las principales economías de la UE acordaron impulsar mayores subsidios en el bloque y, aunque encontremos similitudes con la política proteccionista estadounidense, tanto Francia como Alemania temen que el proyecto de ley de Biden “absorba las inversiones” del continente.
Según la visión de Thomas Schäfer, la UE necesita urgentemente nuevos instrumentos para evitar la desindustrialización progresiva y mantener el atractivo de Europa como lugar para las tecnologías y los puestos de trabajo del futuro.
Además, el alto ejecutivo ha criticado que el desarrollo de la industria europea de baterías esté siendo tan lento en términos de inversiones y burocracia, frente a potencias como Estados Unidos, Canadá, China, el sudeste asiático o regiones como el norte de África, “que sí están pisando el acelerador”.
Aunque no lo da todo por perdido y sí apunta a la Ley de Reducción de la Inflación de Biden como ejemplo de política efectiva (en lo que se refiere a incentivos para invertir en nuevas plantas y producción), la publicación de Schäfer pone de manifiesto una sensación de malestar latente dentro de la enorme industria automotriz de Alemania sobre cómo responder a los crecientes precios de la energía.
Asimismo, que la Unión Europea no sea capaz de fortalecer su política industrial y de atraer la creación de fábricas de baterías a corto plazo desembocará en un duro golpe para sus ambiciones en materia de coches eléctricos. Más, cuando de aquí a 13 años se prohibirá la venta de coches nuevos con motor térmico.
Al fin y al cabo, el Grupo Volkswagen pide que se acelere la transformación industrial necesaria para crear en Europa una alternativa potente a la poderosa cadena de suministro China y a la emergente EEUU.
Y aunque el dominio asiático en el ámbito de la fabricación de baterías es muy potente y viene de lejos, no es imposible de superar: es cuestión de abordar la gran cantidad de factores que influyen de principio a fin en la cadena de valor. Pero sobre todo, es cuestión de más inversión, voluntad y actuación política.