Cuando hablamos de electromovilidad pocas veces se ponen sobre la mesa cuestiones éticas y morales; no se habla de a qué sector social se deja fuera ni mucho menos se debate acerca de qué es la justicia energética.
Un estudio realizado por investigadores de las universidades de Sussex (Reino Unido) y Aarhus (Holanda) saca a relucir esferas como la desigualdad, el elitismo y las externalidades negativas que provocan los coches eléctricos en los países nórdicos. Conclusión: la movilidad eléctrica puede erosionar elementos de la justicia distributiva por ser accesible solo para los ricos.
¿Qué injusticias provoca el vehículo eléctrico?
Este estudio, titulado 'Energy Injustice and Nordic Electric Mobility: Inequality, Elitism, and Externalities in the Electrification of Vehicle-to-Grid (V2G) Transport' examina cualitativamente la transición en los países nórdicos a los vehículos eléctricos y los sistemas V2G o 'vehicle-to-grid' , que permiten a los vehículos devolver energía a la red.
Partiendo de la pregunta de cuáles son los tipos de injusticias asociadas con la movilidad eléctrica y V2G y cómo empeoran los riesgos o vulnerabilidades socioambientales, el estudio se basa en datos recopilados de 257 expertos en Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega y Suecia. Los países pioneros en cuanto a penetración en esta esfera.
Según recoge el diario.es, en las 277 entrevistas realizadas, una de las injusticias o riesgos que más se repite es el de la falta de equidad en el acceso al vehículo eléctrico, aunque en el estudio se reconoce que muchos consideran el Tesla como el eléctrico más común, que en efecto es el más caro.
En la investigación se llega a la conclusión de que la movilidad eléctrica puede no contribuir a la justicia distributiva por ser accesible solo para los ricos y por aumentar los riesgos relacionados con la privacidad, la piratería, y el ciberterrorismo.
Puede así contravenir también aspectos de la justicia procesal al reforzar "la exclusión y el elitismo en la planificación nacional" o amenazar el "reconocimiento de justicia a través del desempleo" y la interrupción de negocios tradicionales ante un momento de disrupción en la industria automotriz. También a desplazar la contaminación a otras zonas donde, por ejemplo, se fabriquen las baterías.
Analizar para decidir en qué contexto tiene sentido el coche eléctrico
Llegados a este punto puedes pensar que se trata de un estudio publicado para desprestigiar a la movilidad eléctrica. Sin embargo, lo que han pretendido los investigadores es poner sobre la mesa los problemas que provoca para poder darles solución antes de que se enquisten y mitigar estas injusticias que describen.
El trabajo incide en que el coche eléctrico tiene enormes beneficios para el medio ambiente y para mejorar la calidad del aire de las ciudades, a pesar de generar emisiones de forma directa o indirecta. También destaca las bondades del sistema V2G por contribuir al aumento de energías renovables.
Para evitar que los vehículos eléctricos se conviertan en un producto destinado aquellos con rentas más altas, los investigadores proponen democratizar los coches eléctricos de forma que tengan un coste menor, evitar subsidios regresivos que terminen favoreciendo a los privilegiados e informar a los consumidores acerca de los modelos más baratos.
En palabras del autor principal del estudio, Benjamin Sovacool, "la clave es reconocer que todos los coches tienen diferentes tipos de costes, riesgos y beneficios, así que hay que hacerlos transparentes y entonces decidir en qué contextos tiene sentido el coche eléctrico y en cuales no".