¿Son responsables Cabify y Uber de los delitos que puedan cometer sus conductores?

¿Son responsables Cabify y Uber de los delitos que puedan cometer sus conductores?
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La violencia de género es un problema a nivel global, pero después de la trágica noticia del fallecimiento de Mara Fernanda Castilla en el estado de Puebla (México) también se puede convertir en un problema mercantil para dos de las empresas de prestación de servicios de transporte más populares: Uber y Cabify.

Ricardo Díaz fue detenido acusado de la violación y el asesinato por estrangulamiento de Mara tras encontrarse el pasado viernes el cuerpo de la joven envuelto en una sábana en un barranco una semana después de su desaparición. Dicha desparición se produjo después de subirse a un coche de Cabify cuyo conductor era Díaz, lo que ha abierto un intenso debate acerca de la seguridad en estas empresas.

Un nuevo caso de violencia de género, con tintes tecnológicos

Uber Cabify

Cuando entras (o pretendes entrar) a formar parte del equipo de trabajo de Uber o Cabify como autónomo, además de presentar un coche apropiado, licencia VTC, seguro de responsabilidad civil específico, un examen psicotécnico y realizar un curso, también tienes que acreditar de forma obligatoria la inexistencia de antecedentes penales mediante un documento certificado por el ministerio de justicia.

Este control se lleva a cabo de manera interna por parte de las empresas y es aplicable también a los trabajadores que estén contratados directamente con la empresa. Díaz aportó este certificado de antecedentes "emitido por el Gobierno del Estado de Puebla y el Instituto de Ciencias Forenses, con fecha del 10 de agosto de 2017 en la ciudad de Puebla", afirmaba Alejandro Sisniega, Director de Cabify en México.

Uber Cabify Madrid 3

Pero el caso de Ricardo Díaz (ahora en prisión preventiva y enfrentándose a una posible pena de hasta 85 años de cárcel) va más allá, pues al parecer sí contaba con antecedentes a causa de un robo de gasolina por el que fue detenido pero sin que se emitiera una sentencia condenatoria en firme, lo que justificaría la existencia de dicho certificado como 'limpio' de antecedentes.

En cambio, lo que sí resulta más preocupante es que Sisniega (recordemos, de Cabify, empresa con origen español) apuntaba que el mismo conductor previamente fue trabajador de Uber en Ciudad Juárez hasta que fue despedido por la empresa, denotando cierta falta de control sobre quién trabaja para qué empresa.

Según Diódoro Carrasco Altamirano, secretario estatal de Gobierno, el motivo de la expulsión fue "por comportamiento indebido", lo que junto al grave suceso desembocó en la orden de suspensión de servicios para Cabify en el estado de Puebla debido a que "las irregularidades en el sistema de seguridad de la empresa han sido puestas en evidencia pública".

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Desconocemos si esos datos salieron a la luz antes o después de su entrada en Cabify, pero en cualquier caso estas empresas deberían crear una base de datos con los historiales de los conductores para poder compartir y unificar criterios a la hora de quién entra o quién no a formar parte de sus plantillas.

En este aspecto parece que sí van a actuar, puesto que según un comunicado de Cabify emitido a raíz del suceso de México dictaba que "tenemos el compromiso de crear un espacio en el que todas las empresas del sector compartamos ideas y medidas que nos lleven a aumentar y estandarizar los protocolos de seguridad". Una iniciativa que al parecer van a adoptar a partir de ahora compartiendo no sólo entre sí, sino también con las autoridades los listados de conductores dados de baja por comportamientos contrarios a la ley.

¿Qué parte de culpa tienen las apps?

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Si nos ceñimos a la legalidad actual, tal y como está recogido en sus contratos, las empresas como Uber o Cabify no tienen ningún tipo de responsabilidad en primera instancia sobre las actuaciones de sus conductores. A efectos prácticos, un coche de estas empresas funciona de la misma manera que un taxi: un coche, un conductor y uno o varios pasajeros.

Los conductores que trabajan para estas start-up cumplen con los requisitos legales dentro de un marco establecido por el contrato de colaboración que vincula de una parte a una empresa prestadora de servicios y de la otra a un conductor autónomo. Es decir, que cada conductor será responsable de sus propios actos a título personalista, sin que sus actuaciones puedan repercutir en la sociedad.

Ahora bien, ambas empresas deben cuidar su imagen de cara a los clientes y, aparte de la pantalla del smartphone, la cara de Uber o Cabify son sus conductores y los coches de éstos. Velar de forma cuanto más celosa posible por que los conductores sean los mejores, los más educados y los más responsables sí es su responsabilidad, por lo que deberían establecer las medidas necesarias para que sólo los verdaderamente aptos pudieran formar parte de sus equipos.

Un certificado de no existencia de antecedentes penales, un psicotécnico y un coche no deberían ser suficientes para las empresas si, como a nivel interno ellas mismas exigen a sus conductores, quieren buscar la excelencia en el trato a todos y cada uno de sus clientes.

¿Cómo se puede mejorar la seguridad?

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Sucesos tan trágicos como el de Mara sacuden de cuando en cuando la sociedad, y no son un hecho aislado de las empresas de transporte. En el caso de Uber ya han ocurrido precedentes de agresiones. violaciones y extorsiones, en su mayoría asociados al servicio Uber Pool de coches compartidos.

Estas situaciones de riesgo pueden ocurrir en un coche de Cabify o Uber, en un taxi, en un autobús, en el tren, andando por la calle, dentro de una casa o en cualquier tipo de entorno en el que un tarado decide imponer su voluntad sobre una mujer hasta sus últimas consecuencias.

En el ámbito que nos ocupa en este caso se puede alegar erróneamente que los ocupantes de un servicio de alquiler de coches con conductor están en cierta postura de indefensión, pero en realidad no es, o no es así exactamente.

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Sí, es cierto que los clientes se suben al coche de un desconocido, pero el funcionamiento intrínseco de estas aplicaciones monitoriza en tiempo real la localización tanto por parte del conductor como por parte del cliente, sabiendo exactamente qué recorridos realizan y cuándo durante todo el tiempo que dura el servicio. En realidad no sólo el trayecto en sí, sino desde que le entra el aviso al conductor hasta que llega al punto de recogida y posteriormente deja al pasajero en el destino, así como el recorrido que haga después si no se desconecta de la app.

Además de "exigir todo el peso de la ley sobre los delincuentes", Cabify ya está buscando la manera de poder mejorar la seguridad a bordo de sus coches y ha empezado a estudiar la viabilidad de colocar un "botón del pánico" en sus aplicaciones además de reforzar sus protocolos de seguridad.

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La implementación de este botón disponible sólo para los usuarios de las aplicaciones durante los trayectos podrán notificar de forma inmediata comportamientos inapropiados o situaciones de riesgo que se reportarán de manera directa a las autoridades para que actúen a la mayor brevedad posible.

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