Fesvial es una institución que se caracteriza por llamar las cosas por su nombre en materia de seguridad vial. Liderada por el catedrático de Seguridad Vial Luis Montoro, Fesvial trabaja en multitud de informes y estadísticas de los que se nutren muchos organismos, la DGT entre ellos. Bien, pues una vez presentados, os contaré que Fesvial ha reconocido que la crisis está detrás de la disminución de las sanciones... y también detrás de una preocupante falta de mantenimiento de los vehículos.
Su estudio Los conductores españoles ante la crisis 2011, basado en entrevistas a 1.228 conductores, así lo atestigua. Como ya no nos sobra el dinero, circulamos con miedo a la multa y eso hace que las velocidades disminuyan y se reduzcan en consecuencia las recaudaciones por excesos de velocidad. ¿Que es algo que ya se había debatido sobradamente en las tascas de media España? Pues sí, pero ahora el dato está puesto negro sobre blanco, y eso le da un halo de seriedad que no es baladí.
Por otra parte, los recortes presupuestarios de cada familia han recaído especialmente en el cuidado de los vehículos, así que nuestro parque de automóviles tiene algunas carencias francamente importantes, sobre todo a la hora de pasar la revisión al coche o de cambiarle los neumáticos, algo que redunda en la seguridad de los coches afectados… e incluso de los conductores que se los encuentran por el camino.
Miedo a la sanción, ¿eso es seguridad?
Conducir con miedo no es nada bueno, pero esta es la situación que tenemos. En 2009, el temor a ser multado afectaba a un 50 % de los conductores. Este año que hemos enterrado, el miedo ha hecho mella en un 73 % de los conductores, y de ellos el 74 % son habituales del volante. En cuanto a la división por género, ellas temen más a la sanción, en un 77 % que ellos, en un 69 %.
El miedo lleva al error de percepción, al error en la toma de decisiones y al error en la ejecución de las acciones. No, desde luego que conducir con miedo no es nada bueno. Conduce con miedo aquel que teme ser pillado in fraganti cuando se pasa de velocidad, pero también aquel que se siente inseguro, de un lado por su propia ignorancia sobre los límites de velocidad que le afectan, y, por otra parte, por la posible incompetencia (quiero pensar que es incompetencia) de quienes calibran mal los radares.
En esto del miedo a la sanción, yo siempre he visto un paralelismo con lo que decíamos en mi época de estudiante y que, me consta por quienes fueron alumnos míos, continúa siendo así: el que está muy tranquilo ante un examen, es porque o bien se lo sabe todo o bien no tiene ni puñetera idea de la lección. El que duda sobre su nivel de conocimientos, el que reconoce sus propias carencias o teme la ferocidad del profesor que plantea el examen… ese va nervioso al examen por narices.
Y una multa es un suspenso en el examen diario que es conducir.
Radar vs. conductor, ¿una lucha eterna?
Por comunidades autónomas, los conductores de Castilla y León y Andalucía son también los más asustados por la posibilidad de que les caiga una receta, con un 78 % y un 83 %, respectivamente. Como no vivo ni en una ni en otra comunidad, no puedo aportar información de primera mano. Lo que sí está claro es que hay una percepción generalizada del radar como una herramienta para la recaudación.
¿Que la recaudación sólo debería preocupar a quienes se saltan los límites de velocidad a la torera? Ya hemos visto que eso no es así, que hay errores en el sistema. Pero, si de verdad fuera así, si los radares sólo multasen a locos de la carretera y no a conductores que puntualmente se pasan de la velocidad marcada por el motivo que sea, ¿tendríamos la misma percepción?
Digo más. Si la ubicación de los radares se replantease siguiendo ese principio que tiempo atrás defendió Pere Navarro según el cual a la DGT tanto le da colocar el radar aquí o allá, si se emplazaran en los puntos negros mientras no se resuelven, ¿perdería peso esa imagen del radar como elemento de recaudación? Es más, ¿seguiríamos teniéndoles miedo como conductores?
Yo creo que nada cambiaría. Por una parte, el radar, por muy colocado que esté en un punto negro, es un símbolo de castigo, y el castigo no gusta, y además en nuestro país no se acepta ni se acata ni nada de nada. Por la otra, cambiar el radar de ubicación no hace que los conductores inseguros de si circulan o no a una velocidad legal varíen su percepción de las cosas. El fatídico frenazo “por si acaso” que tantos problemas puede ocasionar seguiría existiendo.
Otro elemento que destaca Fesvial en su informe para la reducción de las sanciones es la mayor presencia de medios de control de la velocidad. Vamos, que corremos menos porque vamos con miedo y oteando el horizonte a la busca y captura del radar camuflado, que se crían como setas en el bosque. En el caso de las multas de los radares de tramo, quizá el miedo a la sanción sea el factor determinante para explicar por qué apenas hay excesos de velocidad.
Tráfico siempre ha defendido que el control de velocidad se realiza para garantizar la seguridad de todos los usuarios de la vía, y la afirmación no es gratuita habida cuenta que la velocidad es un factor que resta tiempo para acometer cualquier imprevisto y además potencia los daños en caso de producirse una colisión. Además, no pocos siniestros viales dan la razón a las tesis de la DGT.
Hablando en plata: si todos respetáramos los límites de velocidad, no existiría una justificación tan acreditada para sembrar las carreteras con tanto radar. Otra cosa es si se desmantelarían o si se dejarían como están, claro. En cualquier caso, por cada multa que se siga imponiendo de forma correcta, habrá un argumento para que perviva el control de la velocidad y el miedo a la sanción.
Falta de mantenimiento y trucos para el ahorro
La crisis ha propiciado también los olvidos a la hora de efectuar tareas de mantenimiento en los vehículos, con los consiguientes riesgos de seguridad. Un 33 % de los conductores deja las revisiones “para más adelante”, y un 32 % hace lo propio con los neumáticos, ignorando quizá la relación entre neumáticos defectuosos y siniestralidad vial, que fue analizada también por Fesvial en noviembre.
Otro porcentaje curioso relacionado con la crisis es el que afecta en este caso a las aseguradoras, con un 37 % de tomadores que han rebajado el nivel de cobertura de las pólizas. Si ese dato lo alternamos con otro, esta vez dado a conocer en el mes de marzo del año pasado por el Consorcio de Compensación de Seguros, según el cual un millón de vehículos circula sin seguro, estamos ante un problema que, esta vez sí, nos atañe a todos.
La parte… positiva de la crisis, por aquello que dicen de que una crisis es una oportunidad para el cambio, es que un 87 % de los conductores intenta introducir técnicas de conducción eficiente, un 70 % usan de forma más racional el aire acondicionado o la calefacción y revisan la presión de los neumáticos más a menudo como factores de ahorro. Además un 65 % de los conductores llevan menos cargado el maletero. Evitar los parkings, las zonas ORA, los peajes, repostar en menor cantidad y renunciar al coche en favor del transporte público han sido algunas otras medidas adoptadas y que recoge el estudio de Fesvial.
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