El Mitsubishi Outlander es primo del Citroën C-Crosser y el Peugeot 4007, las diferencias entre ellos son poco significativas. De los tres creo que es el que tiene el diseño más bonito, gustos aparte, pero también tiene la gama más completa del trío. El año pasado probamos el C-Crosser brevemente.
Hablamos de un todocamino que está muy bien situado entre el mundo de la carretera y el de fuera de ella, convence bastante. Una idea bastante sensata para los tiempos que corren, sobre todo por el precio de salida que tiene (25.100 euros en diesel). No es la mejor opción posible, es mejorable en algunos aspectos.
La unidad probada es la más equipada posible, Kaiteki+, con el motor 2.2 DI-D de 156 CV, exactamente el mismo que usan sus primos. Todos los detalles que veréis son de serie ya que utiliza una política de equipamiento tipo oriental: cerrada y a base de accesorios. Conozcámosle en detalle:
Exterior
El Outlander mide 4,6 metros, como una berlina, así que no es demasiado aparatoso para aparcar y encaja bien en plazas de aparcamiento particulares y de supermercados. Su altura libre no es un problema a la hora de subir aunque hablemos de personas de poca estatura, es parecido a un monovolumen.
Está mejor protegido en el campo que en la ciudad, pues no hay plásticos que eviten arañazos de aparcamiento. Por debajo tampoco es que tenga la mejor protección del Mundo, cumple su función estética pero no van a evitar que la mecánica se lleve un golpe contra una piedra, por poner un ejemplo.
Tiene un ángulo de entrada de 22 grados, ventral de 19 grados y de salida de 21 grados. Es suficiente para circular con garantías por pistas de baja dificultad y algún que otro desnivel sin tocar los bajos. Tiene 178 mm entre el chasis y el suelo, no es un valor brillante. Con este acabado las ruedas son de 18”.
El portón del maletero necesita espacio para desplegarse y puede abrirse en dos hojas. La inferior facilita la carga del maletero sin extender más el portón y sirve como mesita, es capaz de aguantar 200 kg encima. El plano de carga queda a 600 mm del suelo. Posee una rueda de repuesto de emergencia exterior.
Interior del Mitsubishi Outlander
Aparenta bien cuando no se le mira muy de cerca, pero aproximando más las narices encontramos materiales de calidad inferior para lo que cuesta y detalles que no gusta ver como tornillos o partes del mecanismo de abatido de los asientos traseros. No hay que quejarse en cambio de poca calidad en ajustes.
El Outlander es espacioso en altura, pero no sobresale en tamaño para las piernas ni en anchura. En la segunda fila de asientos tres adultos no van a ir cómodos, y en la tercera fila hay que contar esos asientos más como una solución temporal que como plazas. Es decir, para mí es un 5+2 o apurando, 4+2.
Las plazas delanteras están muy bien, no cuesta trabajo encontrar una postura cómoda. Para el conductor sólo se echa de menos el ajuste en profundidad del volante, por lo demás convence. Estos asientos sujetan bien el cuerpo, son cómodos y permiten acomodar a personas de morfologías variadas.
En las plazas traseras tenemos el tradicional asiento central extensible, muy incómodo por su dureza, que libera una mesilla con doble posavasos. Esta banqueta es abatible asimétricamente en inclinación de respaldo y tiene un mecanismo de abatido aceptable, no hace falta hacer mucha fuerza para liberar sitio.
Se accede a la tercera fila sin grandes complicaciones, es un problema de flexibilidad (más que nada están pensadas para niños pequeños), se entra más cómodamente por la derecha, donde está el asiento más pequeño por abatir. En esa fila una persona de más de 1,70 metros va a ir muy encajonada.
Estos asientos son prácticamente hierros recubiertos de poco mullido, como un sillón barato. No todas las versiones tienen la tercera fila de asientos, la comentada los trae de serie. Si queremos un siete plazas reales nos equivocamos de coche.
Dispone de múltiples soluciones prácticas desperdigadas por el habitáculo, como el posavasos izquierdo de conductor, una guantera superior central, compartimento refrigerado para bebidas, una guantera convencional, cofre central con compartimento para teléfono móvil, etc. Sólo faltan cajones bajo el piso.
Una diferencia es clave respecto a un todoterreno, y es que aquí tenemos más sensación de viajar en turismo. De todas formas me llamó la atención que un par de pasajeras se me marearon en carretera de curvas a un ritmo estrictamente legal y tranquilo, balancea un poco y eso no le gusta a todo el mundo.
La sensación de insonorización es buena para un vehículo de este tipo, el motor está bien aislado y aunque suena, no es molesto en condiciones de uso normales. En autopistas y autovías es un vehículo cómodo para hacer viajes largos. Ojo, cuando han pasado dos horas nos advierte que es mejor descansar.
El conductor dispone de una instrumentación adecuada con funciones extendidas. En la pantalla del display frontal puede ver la posición exacta, altura, presión barométrica, gráficas de consumo o altura, cámara de aparcamiento trasera, ordenador, calendario, etc. Está muy completo, navegador aparte.
En cuanto al climatizador, es automático aunque casi no lo parece. Casi siempre que estaba el A/C tenía una sensación de frío superior a la normal, hay que poner la temperatura más bien alta. Sólo tiene una zona, cuando lo normal es por lo menos dos. Desconozco cómo van de aireados los asientos de la tercera fila.
Respecto al maletero, tenemos tres capacidades básicas. En la configuración 5+2 tenemos tanto espacio como en un Citroën C2. Con cinco plazas tenemos ya 541 litros de capacidad, buena cifra, y con sólo dos plazas llegamos a 1.691 litros de nada. A la izquierda localizamos un gran subwoofer.
Los asientos de la tercera fila van ocultos bajo el plano de carga del maletero, está muy bien explicado cómo abatirlos y sacarlos, aunque conviene leerse el manual pues va a base de ilustraciones todo. Puede tener un piso de carga completamente plano cuando están todos los asientos abatidos (ver detalle).
En Motorpasión | Mitsubishi Outlander 2.2 DI-D – Parte 2, Parte 3 y Parte 4