En la tierra de las berlinas premium tres modelos han sido los líderes históricamente, algo que no va a cambiar a largo plazo. Audi A4, BMW Serie 3 y Mercedes Clase C copan un alto porcentaje de ventas.
El Lexus IS es una de las alternativas más interesantes al oligopolio. No es más caro, y sin embargo sí es más exclusivo y lujoso. En algunos detalles el lujo japonés deja en evidencia a la sobriedad alemana. En otros la experiencia germana sí gana a la innovación japonesa.
Poco antes de la presentación en París de la gama Lexus IS 2011 hemos probado el modelo actual. Concretamente el Lexus IS 250 en el acabado President, es decir, el tope de gama del IS exceptuando la versión deportiva IS-F.
Diseño exterior del Lexus IS
Antes de nuestra cita, el Lexus IS 250 y yo habíamos tenido un pequeño encuentro casual en la calle. Fijándome en un modelo exactamente igual que el que después probaría, lo que primero me llamó la atención de su diseño exterior es el aspecto deportivo en comparación con sus rivales. Sin llegar a ser un coche que llame la atención por la calle sí es cierto que es más vistoso que otras berlinas premium.
Su morro más afilado y su trasera más elevada (que perjudica ligeramente la visibilidad en la luneta posterior) lo perfilan como un coche de corte más deportivo que un Audi A4, por ejemplo. El frontal, con los faros y luces antinieblas en forma de cuña afilada, junto a los relieves del capó que atraviesan todo el coche, le dan un aspecto de flecha. Más divertido que cualquier berlina alemana, pero con una pega: es posible que al ser un diseño más atrevido envejezca antes.
El doble escape cromado a cada lado, disponible según el acabado, le confiere un aspecto exterior más deportivo de lo que realmente es, como veremos más adelante cuando hablemos de su motor.
Interior del Lexus IS: calidad es la palabra
Si tengo que empezar destacando algo del Lexus IS 250 es la calidad de los materiales empleados en su interior. La comparación debe hacerse con otros coches de su categoría, y en esta batalla los japoneses ganan. La versión President incluye de serie tapicería de cuero de aspecto duro pero muy agradable al tacto.
Cuanto más buscamos detalles de su interior más sorpresas positivas nos llevamos. Por ejemplo, el tapizado de los parasoles. Sí, un detalle menor, pero que llama la atención. Se trata de una especie de terciopelo blando de tacto muy agradable.
De todas las cosas inertes que he tocado en mi vida, si me tuviese que elegir las dos que más me han sorprendido me quedaría con las alfombrillas del Bentley Arnage y con los parasoles del Lexus IS (cada uno tiene sus perversiones). Eso sí, el éxtasis táctil se ve mermado por el ligero ruido que hace el parasol al bajar, lo que confirma mi teoría de que en este caso su principal objetivo es ser acariciado en los semáforos.
Por último, la piel del volante del Lexus IS es muy muy suave, en contraposición a la de los asientos. Tan suave que parece humana, aunque confiamos en que sea de alguna procedencia más socialmente aceptable que las personas o los ciervos.
Otro detalle muy sutil pero que me ha llamado la atención es la apertura de la guantera, pulsando un botón situado en la esquina superior izquierda, bastante escorado. La posición del tirador suele ser esa en muchos coches, pero el hecho de que sea un botón y no un tirador parece tener un sentido específico. Cuando abrimos la guantera desde el asiento del conductor ponemos nuestra mano en medio de las dos piernas del acompañante, normalmente rozándolas, algo que resulta violento si no es alguien de confianza, algo que no ocurre con este coche.
Aunque esas pequeñas diferencias son importantes, pasemos a una visión general. Una característica distintiva de Lexus es la gran cantidad de botones que encontramos en su interior, no se puede decir que sea un diseño minimalista, sino más bien el cockpit de un avión. Con todo resulta intuitivo, quizás tardemos algo más en localizar los botones pero al haber un botón específico para cada cosa sabremos para qué sirve.
Arrancar el coche es un auténtico concierto visual. Los asientos y el volante guardan en memoria la posición fijada, de hecho el volante se repliega cuando apagamos el coche. Al encenderlo de nuevo ocurren varias cosas simultáneamente que nos dan la sensación de estar ante un coche de película.
Ademas de la iluminación del tablero, el volante se coloca en la posición inicial, a la vez que las agujas de velocímetro y tacómetro se iluminan en color blanco y azul, y realizan un recorrido entero hasta el tope para volver a su posición inicial. Todo ello con una banda sonora de lujo, en este caso el motor gasolina V6.
La iluminación del habitáculo combina colores verdes y anaranjados con el blanco y azul de los marcadores. De noche parece un auténtico avión, gracias al túnel central lleno de botones y luces, su suave iluminación y lo alto que queda. Delante encontramos tres luces de cortesía en el centro: dos de ellas, las laterales, son cuatro LED, y la ambiental tiene un encendido y apagado progresivo.
A la hora de dejar objetos se echa en falta algo más de practicidad, carencia habitual en las berlinas premium. En el túnel central encontramos un hueco que se abre con una tapa (un cenicero que se puede utilizar para dejar pequeños objetos), y si queremos más capacidad de almacenamiento deberemos recurrir al reposabrazos delantero.
En los huecos portaobjetos de las puertas del Lexus IS no cabe una botella de agua de 1,5 litros, pero sí en el central. La ventaja de los huecos laterales es que se pueden abrir ligeramente, aumentando su capacidad. El maletero es de un tamaño aceptable para su segmento, aunque la boca de carga no es excesivamente grande, algo habitual en carrocerías de cuatro puertas.
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