Hasta que no llegan a nuestros oídos historias como la que os vamos a contar, no nos paramos un momento ante la vorágine del día a día que supone el mundo de la automoción. Michael Nickl es un trabajador como tú y como yo, que necesita su coche para desplazarse, como tú y como yo. Pero seguro que ni tú ni yo tenemos un millón de kilómetros en nuestro odómetro.
Nickl ha conducido su Mercedes Clase E modelo W124 desde 1992, y ha resultado un fiel compañero de viaje. Como persona práctica que parece ser, ha apuntado el coste del mantenimiento general durante todos estos años. Cuando lo conozcáis y vuestros párpados se retraigan, quizá lo siguiente que haréis será preguntaros cuánto lleváis en el vuestro.
¿La berlina de época más fiable?
Desde Mercedes nos cuentan la historia de este empleado de una planta de Daimler, en la ciudad alemana de Sindelfingen que compró su Clase E nuevo y reluciente en 1992. Eran tiempos en los que aún tenía que asumir un préstamo para poder estudiar, y aunque pudo acceder a un descuento de empleado, optó por la versión más austera del robusto vehículo.
Primera generación del Clase E, se ganó una buena reputación en 1995 en cuanto a fiabilidad. De discreto color azul, contaba con techo móvil, cierre centralizado, reposabrazos central y radio. Nada mal para un estudiante.
75 caballos, motor diésel y 126 nM y que ha consumido 6 litros a los 100 de media en los últimos 25 años. Un consumo de risa dado el tamaño y la edad del sedán. Pero Nickl no pensaba conservarlo durante mucho tiempo. Tras considerar conducirlo durante solo un año para poder venderlo y recuperar el dinero, sus planes se vieron entorpecidos por una caída bestial de los precios.
Y es que aún siendo una época temprana para alarmas medioambientales, allá por 1993 ya asomaban evidencias del impacto de las emisiones de los motores diésel en la salud. Así que se lo tuvo que quedar, y no por poco tiempo.
"No llegarás al medio millón de kilómetros"
Sabemos de sobra lo peligrosos que son los retos. Los amigos de Nickl apostaron a que no llegaría a los 500.000 kilómetros con su Mercedes. Cuando los alcanzó, apostaron a que no alcanzaría el millón. Ahora que lo ha conseguido, desconocemos si continuaron retándole.
Nickl tiene ahora 55 años y su Mercedes un historial de mantenimiento memorable: frenos, embrague, alternador y bomba de agua. Pero hablamos de una marca cuyos vehículos están hechos para rodar y rodar (y si no, que se lo digan al dueño del que circuló con el suyo sin aceite en el motor durante más de lo que esperaba).
Hasta los 445.000 kilómetros no le falló el embrague; fue tras un incidente en 2003. Un año después el sedán ejecutivo sufrió otro accidente al chocar con otro vehículo. Resultado: faros, paragolpes, parrilla del radiador y capó tuvieron que ser reemplazados. Y Nickl seguía llevando la cuenta escrupulosamente.
Un excel guardado por el cuidadoso propietario desvela el misterio: 58.563 euros en mantenimiento, 53.786 en combustible. Para que os hagáis una idea, en enero de 1993 el precio de este modelo rondaba los 4,4 millones de pesetas. Cuenta además que para él, los coches son un mero objeto que cumple su función de llevarle de un lado a otro, y que apenas lo lava. Otra forma de rendir culto a una marca.
Y tú, ¿llevas la cuenta?
En Motorpasión | ¿Qué se siente al conducir 70 años de Mercedes-Benz Clase E en 48 horas?