Este es el Mazda3 de tercera generación (BM), en mi opinión uno de los mejores y más apetecibles compactos que se pueden comprar en el mercado español. Lo conocí en sus dos generaciones previas y guardo buenos recuerdos de él, pero esta vez me han enamorado más. Me plantearía seriamente su compra, pero ¿por qué?
Iré desgranando los motivos a lo largo de esta prueba con un análisis completo. Ya conocíamos las primeras impresiones de la presentación en Barcelona (parte 1 y parte 2), pero ahora le añadimos más de 2.000 kilómetros con los motores 2.0 SKYACTIV-G (120 CV) de gasolina y 2.2 SKYACTIV-D (150 CV) de gasóleo, ambos automáticos.
Las dos unidades de prueba son exactamente iguales por fuera, solo cambia la matrícula. Corresponden a las versiones Luxury, con el equipamiento más alto posible, con navegador (pack NAVI). A falta de que llegue una versión MPS, son los "pata negra" de la gama Mazda3.
Un diseño atractivo por naturaleza
Me vais a disculpar la vulgaridad, pero en mi opinión los diseñadores de Mazda lo han petado. Si no fuera porque la placa de matrícula delantera le queda fatal en esa ubicación, habría quedado redondo. Bueno, igual ocultar el tirador de las puertas traseras le habría dado un aspecto aún más coupé, como en el SEAT León II.
La carrocería del Mazda3, en este caso con carrocería hatchback (5p en España), me parece atractiva independientemente desde dónde miremos. Tiene un frontal imponente, una línea lateral con aires de coupé y un morro algo largo, una caída de techo atractiva, y un atractivo trasero. Tanto color negro en el paragolpes no me convence, también os lo digo.
Los gasolina y Diésel no se pueden distinguir exteriormente, no hay chapitas que alerten de su condición. Las llantas de 18" le dan un bonito aspecto visual, aunque también quedaría favorecido con 17", una medida algo más razonable. Concretamente calza unas ruedas 215/45 R18.
Es muy difícil encontrar superficies lisas en este compacto, está lleno de curvas y aristas. No llega al nivel de pesadilla para chapistas, como el Mazda5, pero crea un bonito juego de luces y sobras que resaltan su figura, y el efecto es más intenso en algunos colores. Con blanco, no tanto.
Detalles como la doble salida de escape o los grupos ópticos no alargados en exceso se agradecen, pero habría que repasar un poco detalles como los salientes de los sensores de aparcamiento, lavafaros o los botones de apertura con llaves "manos libres", que cantan un poco y empobrecen un poco la impresión general.
Por otro lado, la visibilidad de los ocupantes traseros no es óptima al haber aupado tanto las puertas y reducido el cristal, además la luna trasera es un poco estrecha. Finalizo con otra manía personal, prefiero no ver elementos de suspensión ni de escape estando de pie, prefiero que los disimulen mejor, a falta de difusor de aire.
Un interior a la alemana
Si comparamos los interiores de las tres generaciones del Mazda3 --BK, BL y BM en denominación interna-- no hay grandes diferencias, aunque la segunda generación ha envejecido peor. Se nota en las pantallas de información, y que el navegador --si lo tenía-- era de pantalla modesta. Os remito al análisis del Mazda3 que hicimos en 2012.
Con interior a la alemana me refiero a un diseño más pensado en la función que en la forma, con tonos oscuros y grises, poco alegre y serio. Ha mejorado un poco la ergonomía en el modelo actual, coincido con las impresiones de mi compañero Josep en la presentación. Está todo a la vista.
También coincido con él en que los botones multifunción del volante quedan un poco mejos de los pulgares, y hay que mover levemente la mano para alcanzarlos. En cambio, quien tenga por dedos morcillas de Burgos y una mano más grande estará encantado.
La pantalla central queda en una posición elevada, como en la primera generación, que es donde debe estar. Toda la información se presenta ahí salvo climatización, y es táctil. En la primera generación era basculante y abatible, y de un tamaño similar. En la segunda generación, incrustada en la radio-CD, fija y más baja.
Fiel al concepto Jinba Ittai (unión entre caballo y jinete) el Mazda3 es agradable de conducir. Ergonómicamente está bien resuelto, con una palanca de cambios de corto recorrido en el caso de los manuales, solo que en esta ocasión hablamos de automáticos. El freno de mano lo prefería como antes, a la derecha, así era en las generaciones previas.
Detrás de la palanca de cambios tenemos una ruleta para movernos por los menús de la pantalla superior. Recuerda bastante al sistema iDrive de BMW y el MMI de Audi. Requiere cierta aclimatación para sacarle todo el partido, pero lo importante es que se maneja en una posición cómoda, sin estirar el brazo para nada.
En las versiones básicas, la pantalla grande queda reemplazada por una más pequeña, que recuerda a un teléfono móvil grande (tipo phablet) con letras blancas sobre fondo negro. Queda más elegante que el rojo chillón de las generaciones previas, y esta parece menos desfasada. También tiene varios botones clásicos.
Permitidme volver al tablero de instrumenos. El primer Mazda3 (BK) tenía tres esferas diferenciadas en profundidad, al estilo Alfa Romeo. En la segunda generación (BL) pasamos a dos, y en la actual (BM) solo una. Hay dos diseños, dependiendo de la versión.
Los Pulse y Style tienen velocímetro clásico en el centro, y tacómetro digital en la zona izquierda. Los Luxury tienen un gran tacómetro en el centro, la velocidad se representa en digital. Esta instrumentación se combina con el HUD, ubicado justo encima de la línea superior del volante. Hablaremos más adelante sobre él.
A nivel de calidades, el Mazda3 está muy bien hecho, sin grillos ni defectos evidentes, con algunos plásticos de tacto acolchado, y otros duros en las zonas menos visibles. Cuando se le pide el do de pecho a los altavoces BOSE, no aparecen vibraciones si no ponemos el volumen muy alto. Me convence.
No puedo decir que sea especialmente silencioso, porque con los neumáticos de 18" no me lo ha parecido. Las ruedas transmiten sonido de rodadura y aspereza del asfalto, seguramente el efecto sea menor con neumáticos de mayor perfil, y con una orientación menos deportiva que los que tenían mis unidades de prueba.
Lo que sí puedo decir es que es confortable. Para lo durita que tiene la suspensión, que lo comentaré más adelante, cuatro adultos viajan a sus anchas incluso en un viaje largo. He llevado a tres personas conmigo hasta Valencia y me trasladaron impresiones positivas sobre el confort.
Como la batalla del coche (distancia entre ejes) llega a 2,7 metros, resulta amplio y no falta espacio para las rodillas ni delante, ni detrás. Ahora bien, la plaza central trasera no es tan utilizable por la mesita extensible y el voluminoso túnel central. Es lo más normal hablando de compactos.
También hay que precisar que las plazas traseras no van muy sobradas en altura por la caída del techo, que también es normal. Hasta 1,85 metros no será un problema. Es espacioso para su categoría, aunque encontraremos coches más espaciosos en el segmento C, y un poco más cortos también.
Hay abundante espacio para objetos y cosas sueltas. En todas las puertas nos cabe una botella de agua de plástico de 1,5 litros, o una lata de refresco de 50 cl. Abatiendo la mesita de la plaza central aparecen dos posavasos para los ocupantes posteriores.
La toma de 12 voltios, doble puerto USB, entrada auxiliar jack y lector de tarjetas SD lo encontraremos en el cofre central, bajo el reposabrazos. También tiene un lector de discos compactos frente al cambio, para quien no esté a la última. Hay abundante espacio en la guantera del copiloto, incluyendo toda la documentación y manuales de instrucciones.
Si elevamos la mirada, encontraremos un portagafas abatible encima del retrovisor, prefiero esta ubicación a la de la izquierda. En las versiones Luxury el retrovisor es antideslumbrante automático (electrocrómico) de serie. Me gusta cómo se han trabajado los pequeños detalles.
Por ejemplo, abriendo el cofre central, tiene un segundo piso donde cabe el móvil, y un hueco para pasar el cable sin pillarlo al bajar la tapa. También cabe con comodidad la típica cartera. Para contrastar, los elevalunas eléctricos son a la coreana, el del conductor baja de un toque, los demás no.
Dos tipos de maletero
La carrocería 5p tiene muy buena capacidad, 365 litros VDA medidos hasta la altura de los cinturones de seguridad. Si necesitamos más nos queda el SportSedan con sus 419 litros. El compacto tiene un buen aspecto y formas regulares, pero no tiene doble fondo, y la boca de carga queda un poco alta.
Abatiendo los asientos no queda una superficie plana. La tapa del maletero interior se eleva junto al portón para facilitar la carga y descarga, pero podemos retirarla si nos estorba. Si retiramos el piso quedará a la vista el hueco de la rueda de repuesto o kit de reparación de pinchazos.
También hay algo de sitio para algunos objetos como paraguas pequeño, un pequeño botiquín o cosas así. Otros compactos tienen más cuidado el tema de los compartimentos atrás. En el lado derecho hay una pequeña correa para ajustar algo como un extintor, o lo que se os ocurra. Por último, hay iluminación en el lado izquierdo.
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