A la plataforma de coche compartido Blablacar se le ponen feas las cosas en España. La patronal de autobuses Fenebús considera que el servicio de Blablacar lesiona gravemente los intereses de las empresas de transporte de viajeros legalmente establecidas, y denuncia que la actividad que realiza es ilegal. Así de contundente.
Como red social que conecta usuarios que disponen de plazas libres en un coche con usuarios que necesitan un coche para un desplazamiento, Blablacar lleva operando en Francia desde hace un par de años, pero en España y en sólo un año (2013) la red ha crecido a un ritmo tres veces superior al que experimentó en su país de origen. Ahora, ese éxito podría topar contra un importante escollo.
- Los usuarios de Blablacar optan por este servicio por su flexibilidad y economía.
- Blablacar no factura nada por cada operación.
- Los usuarios se apañan entre ellos compartiendo los gastos del viaje.
- Blablacar establece que los conductores no pueden ganar dinero compartiendo coche.
Y quien dice Blablacar, dice la mayoría de las plataformas de coche compartido que hay por ahí. Claro, como competidor económico, Blablacar (en este caso) supone un terminator para las empresas de transporte tradicional, que mes a mes tienen que sufragar todo tipo de gastos: el de personal, el de las instalaciones, los impuestos, los seguros de transporte... Y están que trinan.
Fenebús explica que Blablacar está "practicando una competencia ilegal a las empresas legalmente establecidas y autorizadas para hacer transporte público interurbano de viajeros por carretera", piden el cierre de su sitio web y lo hacen en una queja dirigida a Transportes, a la Defensora del Pueblo y, pronto, a la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia.
Echando la vista atrás, tenemos que el origen de este tipo de plataformas se encuentra en Europa en el año 1920, cuando comenzaron a florecer servicios de compartir vehículo, cuyas oficinas se emplazaban oportunamente junto a las grandes estaciones de autobuses. Lo único que han hecho ahora es digitalizarse, pero esto de compartir coche es tan viejo casi como el mismo automóvil.
En Estados Unidos, por poner otro ejemplo paradigmático, los primeros servicios para compartir coche se dan en 1942, cuando el Gobierno pide a sus ciudadanos que compartan coche para ahorrar carburante y, sobre todo, caucho, una materia prima que dominaba Japón.
Han pasado los años y la tortilla podría dar la vuelta en España. A pesar de que en su día Blablacar recibió el apoyo del Ministerio de Industria por fomentar el ahorro sostenible, en un escenario como el actual, en el que por ejemplo se va a regular lo relativo al crowdfunding, el clamor de Fenebús contra Blablacar quizá sea la chispa de algo más. Habrá que estar atentos para ver cómo evoluciona esto.
Vía | Voz pópuli En Motorpasión | La Universidad de Valencia asegura que compartiendo coche puede ahorrar 186.000 litros de carburante En Motorpasión Futuro | Plataformas de coche compartido