Dicen que la venganza es un plato que se sirve frío. En el siglo XXI, la ex-colonia británica tose mucho a su antigua metrópoli. El último golpe de efecto ha sido la adquisición del grupo industrial que preside Ratan Tata de dos fabricantes representativos ingleses, Jaguar y Land Rover. El fabricante estadounidense Ford finalmente se ha desprendido de ambas empresas en una operación valorada en unos 1.300 millones de euros.
Ford se compromete a seguir realizando aportaciones a los planes de pensiones de sus dos ex-firmas, mientras que los hindúes continuarán comprando motores a Ford. Así las dos partes resuelven las principales demandas de los sindicatos. El acuerdo ya estaba fraguado pero se quiso esperar a la vuelta de vacaciones.
El grupo Tata, que está en un proceso de expansión que no tiene pinta de acabar, inyectará en ambas marcas suficiente dinero como para que vuelvan a dar mucha guerra. Y lo que es más probable, seguramente los ingenieros hindúes aprovecharán la circunstancia para europeizar más sus productos y lograr más ventas en el viejo continente, cosa que comenté el pasado lunes.
Vía | El Mundo
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