A lo largo del año pasado os hemos hablado largo y tendido del Plan 2000E y de las iniciativas homólogas en Reino Unido (Scrappage Scheme) y Estados Unidos (Cash For Clunkers). Este fenómeno ha ocurrido en muchos más mercados, y del caso japonés no hemos dicho ni pío. Mea culpa.
Iniciado en abril de 2009, el programa nipón destina millones de dólares de presupuesto a ayudar tanto a achatarrar un coche viejo a cambio de uno nuevo como a la primera compra sin entregar coche, pero con menor incentivo. Dan hasta 250.000 yens (unos 1.880 euros) para comprar un coche más eficiente.
Cualquier fabricante puede participar, pero si se importan de una manera concreta que tiene en cuenta las emisiones de una forma más restrictiva. Los fabricantes estadounidenses quedan excluídos de facto, mientras que el 87% de los coches japoneses pasan la criba y optan a las ayudas.
Este hecho obviamente cabrea a los americanos, que consideran que los nipones no juegan limpio, ya que en el Cash For Clunkers los fabricantes orientales tuvieron mucho éxito (casi el 50% de las operaciones). También es que sus coches tenían más visos de ser escogidos por el consumidor, dada su eficiencia.
Por otra parte los híbridos están arrasando en su mercado (especialmente los Toyota Prius y Honda Insight) debido a un incentivo adicional para coches de este tipo, así como los modelos de bajas emisiones. Los kei cars (<600 cc) no reciben mucha ayuda ya que tienen una fiscalidad muy favorable de por sí.
Quedan tres meses de ayudas japonesas, pero se están planteando ampliarlas, y EEUU no quiere quedarse fuera, ¡que ahora hacen coches eficientes y todo! Según el Gobierno japonés, las condiciones no se van a alterar para beneficiar a los americanos, que si quieren comer de pastel que pasen por el aro de las emisiones.
Por lo visto el escollo técnico es en la eficiencia en ciclo urbano, los japoneses son mucho más estrictos que los europeos o americanos. Dado que los coches japoneses están más enfocados a la eficiencia en ciudad que los demás, es una especie de medida proteccionista camuflada.
El problema para los europeos y americanos para vender en Japón es que, como tampoco son volúmenes críticos de venta, no interesa optimizar sus coches a la japonesa en principio, es más económico protestar alegando proteccionismo y acusando de no jugar de acuerdo a las reglas.
Al fin y al cabo, Japón es un país superpoblado donde viven cientos de millones de personas en áreas urbanas, de ahí que se pongan tan quisquillosos con lo de las emisiones en dicho ciclo. ¿Cederá Japón? No lo creo, si hay algo en lo que ellos pueden ganar por paliza es en obstinación.
Fuente | Financial Times, Detroit News