Durante los últimos meses, el precio de los Tesla de segunda mano estaba disparado, hasta el punto de que comprar uno de ocasión era más caro que acceder a uno nuevo porque la entrega inmediata jugaba a su favor.
Pero eso ha cambiado y desde hace unas semanas el precio de los Tesla de ocasión ha caído lo suficiente como para decir que la burbuja de los Tesla de segunda mano ha reventado. Pero ¿qué pasa con el resto de coches de ocasión?
La ley de oferta y demanda está haciendo su trabajo
El 2022 pasará a la historia por ser el año en el que a muchas personas se les han quitado las ganas de cambiar de coche. En algunos casos ha sido por la incertidumbre de no tener claro por qué tecnología apostar, pero la mayoría ha decidido mantener su viejo coche simplemente porque los precios son una auténtica locura, tanto de los modelos nuevos como de los usados.
A estas alturas sabemos de sobra cuáles los motivos que han hecho que el precio de los coches nuevos se dispare: pandemia del Coronavirus, crisis de microchips, incremento del precio de las materias primas y guerra de Ucrania. Más allá del precio, hay que añadir a este cóctel los largos tiempos de espera en las entregas de coches nuevos; en ocasiones, con plazos de más de un año.
Esto ha derivado en un hartazgo generalizado y muchos han intentado encontrar una alternativa en el mercado de segunda mano. Pero la situación no es mucho mejor porque esa demanda más fuerte de lo habitual ha provocado que los precios de los coches usados también estén por las nubes y, sobre todo, que no haya suficiente stock.
En parte, porque tampoco se han renovado al mismo ritmo de siempre las flotas de las alquiladoras (principalmente por culpa de la crisis de los microchips), por lo que han llegado menos coches al mercado de segunda mano. Como consecuencia, y en el caso de nuestro país, casi el 40% de los automóviles usados que se venden en España tienen más de 15 años.
Tan loco se ha vuelto el mercado que hay quien ha vendido su coche recién comprado por más de lo que le costó nuevo aprovechando al extremo la ley de oferta y demanda. De esta forma, los que no podían esperar para estrenar su coche por culpa de los larguísimos plazos de entrega, cortaban por lo sano a golpe de talonario seducidos por la entrega inmediata.
Mientras tanto y, viendo este panorama, muchos de los que estaban dispuestos a comprar coche nuevo han decidido aguantar su vehículo actual (o no les ha quedado más remedio).
Por ese motivo y porque las alquiladoras no han renovado flotas, se han puesto menos coches usados a la venta y su precio ha subido. Esto último se aplica a los modelos de KM 0, a los seminuevos y a los que tienen muchos años y kilómetros encima: todos los coches de segunda mano son más caros que antes, de ahí que se hable de la burbuja de los coches usados.
Para muestra, un botón
Desde luego, el término burbuja no se queda nada grande; basta con hacer una búsqueda rápida por cualquier web de compra venta de coches para entender por qué.
En el caso concreto de España, se añade el factor de las etiquetas. Con la entrada en vigor de las ZBE en enero de 2023, muchos conductores han tenido la necesidad de cambiar su coche sin etiqueta por uno que sí tenga distintivo. Por esa razón, el precio de los coches usados con pegatina medioambiental de la DGT ha subido y eso ha contribuido a la burbuja.
A pesar de que los españoles necesitan coches baratos, los usados son cada vez más caros. Es muy fácil poner un ejemplo: un utilitario poco potente y poco equipado que está a punto de cumplir los 20 años cuesta el doble que antes de la pandemia.
Hace tres años, nadie en su sano juicio hubiera pedido 4.490 euros por un Seat Ibiza 1.4 16 válvulas de 75 CV gasolina con 90.000 km porque no se habría vendido. También habría sido descabellado pedir 3.800 euros por el mismo modelo con motor diésel SDI de 64 CV, 18 años y sin etiqueta, pero es lo habitual.
Con coches más modernos pasa lo mismo. De tal manera que un Opel Combo Life 1.5 TD de 100 CV matriculado en 2022 y con 17 km cuesta 27.999 euros, una tarifa que hace tres años habría sido para echarse a reír.
Una vez más, es la ley de oferta y demanda: como hay pocas opciones, subimos el precio, si quieres te lo llevas y si no te aguantas. Como diría uno: “es el mercado, amigo”. Hay quien puede decir eso de "por pedir que no quede, otra cosa es que se venda", pero lo cierto es que estos coches acaban vendiéndose.
Pero la misma ley de oferta y demanda acaba poniendo las cosas en su sitio tarde o temprano. Lo estamos viendo en otros sectores, como el de las bicis; al salir del confinamiento se puso de moda el ciclismo y todo el mundo quería comprarse una bicicleta. También había falta de stock y largos tiempos de entrega, por lo que su precio subió, tanto en el mercado de bicis nuevas como en el de usadas.
Unos cuantos meses después hay sobrestock; los que se iniciaron en el ciclismo y descubrieron que no era lo suyo pusieron a la venta sus bicis en el mercado de ocasión, mientras que los fabricantes han solucionado los problemas de producción. El resultado es que las ofertas han vuelto a las tiendas y las bicis de segunda mano tienen tarifas bastante más razonables.
Con los coches debería pasar algo parecido, de hecho, ya hay indicadores de que el mercado camina hacia la autorregulación, como el precio de los Tesla de ocasión en Estados Unidos.
Hace unos meses, los Tesla de segunda mano estaban por las nubes, hasta el punto de que un Tesla nuevo era más barato que uno usado porque este último estaba disponible para entrega inmediata.
Los problemas de producción de la industria del automóvil hicieron que todo aquel que quería estrenar un Tesla se tuviera que armar de paciencia y esperar varios meses para la entrega. Entonces sucedía lo que hemos comentado unas líneas más arriba: esos clientes recurrían al mercado de ocasión para no tener que esperar. ¿Resultado? Como crece la demanda y la oferta es limitada, el precio se dispara y se crea una burbuja.
Pues bien, en las últimas semanas las fábricas de Tesla están a pleno rendimiento, los tiempos de entrega se han reducido y la marca americana también ha puesto en marcha una agresiva campaña de descuentos que incluye rebajas de hasta 7.500 dólares en el precio de sus coches nuevos.
Tesla siempre ha sido reacia a las políticas de descuentos, pero ya sabemos lo que ocurre con las promesas de esta compañía. Además, esta vez hay que entender que la táctica funciona (o al menos contribuye) para reventar la burbuja de los Tesla de segunda mano.
El usuario de Twitter Brad King se ha hecho eco de ello con un ejemplo que sirve para ilustrar la situación: en una subasta reciente llevada a cabo por Car And Bids, siete de los diez Tesla que se pusieron a la venta no alcanzaron el precio mínimo de reserva.
Su conclusión es que “Los precios están cayendo y los vendedores aún no están dispuestos a aceptar ese hecho. Ahora que se acabaron los tiempos de espera para los nuevos Tesla, parece que el mercado de usados se normalizará”.
7 out of the last 10 Tesla cars did not meet the Sellers reserve price on https://t.co/UAtOhmLwGO. Prices are falling and the sellers are not willing to accept that fact yet. Now that wait times for new Teslas are gone it looks like the used market will normalize. pic.twitter.com/WV6zle9HIa
— Brad King (@KingBrad909) December 27, 2022
Los datos que proporciona Reuters apoyan esta idea. Según señala este medio con datos de Edmunds, el precio medio de un Tesla usado en Estados Unidos en julio de 2022 era de 67.297 dólares, mientras que en noviembre ha sido de 55.754 dólares.
También llama la atención que, en noviembre, los concesionarios de segunda mano necesitaran una media de 50 días para dar salida a un Tesla usado, mientras que la media general es de 38 días.
Es evidente que algo ha cambiado, lo suficiente como para empezar a hablar de que la burbuja de los Tesla de ocasión ha reventado, aunque el mercado se está comportando de una forma tan inusual en los últimos tiempos que la situación podría volver a cambiar a lo largo las próximas semanas.
Más allá de Tesla
Sea como sea, el caso de Tesla es muy particular (como suele ser habitual con todo lo que tiene que ver con esta marca) y es muy pronto para decir que la burbuja del coche de segunda mano, en general, ha estallado.
Solo hay que ver los ejemplos que hemos puesto más arriba o dedicar unos minutos a buscar cualquier coche de ocasión. El resultado va a ser el mismo: su precio está inflado.
Tampoco hay indicadores, como en el caso de Tesla en Estados Unidos, que nos hagan creer que la burbuja de la segunda mano está llegando a su fin. Es más, hace solo unos meses, el precio medio de los coches de segunda mano en España rompió la barrera de los 10.000 euros.
Con lo cual, hay motivos para pensar que lo que ha sucedido con Tesla al otro lado del charco se aplique a nuestro mercado de ocasión. Tampoco ayuda que los coches nuevos no tengan precios más lógicos y no se den más casos como el del MG 4, que juega con las mismas condiciones que sus rivales, pero ha llegado con tarifas mucho más competitivas que puede provocar la autorregulación del mercado.
Para más inri, llega la edad de oro de los coches usados. Varios fabricantes quieren aprovechar el momento y han decidido reacondicionar sus coches de segunda mano, como se hace desde hace tiempo con los teléfonos móviles y otros aparatos electrónicos.
Toyota es una de estas compañías; hace meses, los japoneses anunciaron que utilizarán su fábrica de Reino Unido poner a punto coches de leasing o renting y sacarlos a la venta. Renault también se subirá al carro con la Refactory que visitamos y su gemela de Sevilla.
Y no hay que olvidarse de las divisiones de segunda mano de otros grandes fabricantes, como Das Welt Auto de Volkswagen o el grupo francés Aramis Auto, propiedad al 60% del grupo Stellantis, que en España cuenta con la división Clicars.