A poco más de un mes para que los votantes alemanes acudan a las urnas (24 de septiembre), la canciller alemana, Angela Merkel, se ha posicionado súbitamente en el entramado Dieselgate y el escándalo sobre un posible cártel de la industria que ha explotado en la cara a Alemania.
Merkel ha reprochado a los fabricantes de automóviles haber destruido "la reputación de amplios sectores de la industria" y ha declarado que Alemania debe seguir el camino que han emprendido Gran Bretaña y Francia para eliminar los motores de combustión interna para 2040, aunque no ha dado una fecha exacta para el caso alemán.
Segunda cumbre del diésel a la vista
El destino del sector automovilístico, el mayor exportador de Alemania y proveedor de unos 800.000 puestos de trabajo, se ha convertido en un tema candente en las elecciones del 24 de septiembre, evento en el que Merkel busca un cuarto (y probable) mandato.
Durante el Dieselgate, mientras en Estados Unidos se procedía a la detención de altos cargos, multas masivas y llamadas a revisión, en Europa Alemania e Italia pedían más tiempo para determinar qué solución afectaría menos a sus respectivas industrias.
La indecisión de Merkel acaba de terminar tras una cumbre del diésel tachada de farsa por algunos sectores, y en la que la industria ha prometido incentivos para dejar atrás los viejos motores de combustión así como llamadas a revisión masivas que, como ya sabíamos, asumirán a nivel económico.
Durante la citada cumbre, el ministro alemán de Transportes, Alexander Dobrindt y la Ministra de Medio Ambiente, Barbara Hendricks, dijeron que el gobierno haría todo lo posible para evitar la prohibición de conducir vehículos diésel en ciudades alemanas. Ante la posibilidad de un cuarto mandato, las tornas pueden haber cambiado sustancialmente.
Merkel afirma que solo los directivos de la industria automovilística serán capaces de restaurar la confianza perdida, a pesar de que la cumbre del diésel cerró con la promesa de revisar el software de más de cinco millones de motores. Una cumbre que celebrará la segunda parte en otoño.
La canciller, a favor de la transición energética, rechazó la prohibición de los motores diésel así como la implantación de una cuota europea de coches eléctrico. Un posicionamiento ambiguo que tiene en vilo la imagen de la industria más potente de Alemania, que salta de escándalo en escándalo.