El segmento de los sedanes es, quizá, uno de los que más han sufrido el envite de los SUV. De siempre, el sedán, el coche 'con culo', ha sido el tradicional coche de familia o el coche 'de imagen'. Su diseño representaba la madurez, que ya no se era un chaval y los tres puertas de talante dinámico pasaban al olvido. A veces era por necesidades, otras por propia decisión, pero al final, el sedán era muchas veces el elegido.
Toyota tiene bastante tradición en sedanes aquí en Europa y además, desarrollados para nuestro mercado. Ahí está el Toyota Carina E, el primer modelo de Toyota fabricado en Europa y que venía a ser la versión europea del Toyota Corona. Se fabricó desde 1992 hasta 1997, momento en el que fue sustituido por el Toyota Avensis, modelo que se ha estado ofreciendo en el catálogo hasta el año 2018, cuando definitivamente se retiró del mismo dejando un hueco sin representante de la marca.
El Avensis era el último vestigio de la antigua Toyota, con una plataforma antigua, sin hibridación y con un motor diésel, que a pesar de no ser de producción propia, seguía siendo una mecánica alimentada por gasóleo, una tecnología que Toyota ya no emplea. Del Toyota Avensis se han vendido más de 1,6 millones de unidades, algo que demuestra el éxito del modelo aunque su planteamiento ya no encaja en la actual realidad del mercado, al menos para Toyota.
Origen norteamericano para el segmento de los sedanes
Para cubrir el hueco del Avensis, la mejor solución que ha encontrado en Toyota ha sido recurrir a otros modelos que ya se venden en otros mercados. Puede parecer un poco ilógico apostar por este segmento cuando las ventas no son las de antaño, pero hay muchos motivos para tener un coche con carrocería sedán. Hay fabricantes que aseguran que los SUV dejarán de ser tan populares no tardando mucho y por otro lado, ciertas fórmulas de movilidad como el alquiler de coche con conductor han hecho reverdecer las ventas de este tipo de carrocería.
Así, por tanto, la elección de la marca ha sido traer a Europa el sedán más vendido del mundo: la octava generación del Toyota Carmy. Un coche grande (con 4.885 milímetros de largo, 1.840 milímetros de ancho y con una batalla de 2.825 milímetros), con un diseño de tres volúmenes de cuatro puertas clásico, pero al mismo tiempo personal y con cierto aire yankee. Es un modelo que en la gama actual de Toyota va un poco por libre y luce algunos rasgos de generaciones anteriores, como el habitáculo con la pantalla incrustada en el centro de la consola y no en posición 'flotante'.
Una de las mayores características del Toyota Camry es su calidad de fabricación
Desde la propia marca aseguran que el 70% de las ventas de este coche, irán destinadas a flotas de empresas y el 30% restante, será cosa de los particulares. Y después de pasar un fin de semana de arriba abajo con este coche, podemos decir que será una lástima que la gente se decante por un SUV antes que por él. Por dentro es grande, hay sitio de sobra, es cómodo (mucho), suficientemente rápido, gata poco y el maletero puede superar los 500 litros. Además, su imagen es imponente.
Por el momento sólo se vende una versión de Camry con diferentes acabados, o dicho de otro modo, sólo tiene un motor disponible. Es un grupo híbrido, obviamente, y además, es una opción conocida de otro modelo de la marca: el Toyota RAV4 hybrid. Bajo el capó está el bloque con cuatro cilindros y 2.487 centímetros cúbicos con mucha tecnología 'Made in Toyota' como el sistema VVT-i y el VVT-iE, así como un sistema de doble inyección (directa e indirecta). Rinde 178 CV y tiene una eficiencia energética del 41%, muy elevada para ser gasolina. Este motor se ve asistido por uno eléctrico con 120 CV que se alimenta de una batería de níquel-hidruro metálico. En conjunto, rinden 218 CV que mueven los 1.670 kg del Camry de forma bastante solvente.
Muy rutero para un híbrido
Una de las primeras cosas que aprecias cuando tienes el Camry delante es que la fotos no le hacen justicia. En vivo es más atractivo que en foto y además, se ve más grande y señorial, aunque también se aprecia cierto músculo en sus formas, no está falto de garra. El tercer volumen no está tan marcado como aparenta en las imágenes, hasta el punto de llegar a pensar que se trata de un cinco puertas con portón trasero.
No, no tiene portón y es una lástima, porque el maletero es muy grande y tiene formas muy regulares y aprovechables. El fondo del mismo queda lejos y para llegar hay que, literalmente, meterse en el maletero. Visto desde fuera da la impresión de estar siendo devorado por el coche.
Ya dentro del coche, la sensación de tamaño se acrecienta. Se ve claramente hasta la zona media del capó, donde empieza a descender hacia la calandra. También se puede ver claramente la anchura del mismo. Hay una sensación que nos acompañó durante todos los kilómetros que recorrimos con el coche, aunque luego a la hora de la verdad no sea así. No importa por donde condujéramos y donde quisiéramos entrar, la primera sensación resultaba que era demasiado grande para eso que queríamos hacer. No obstante, no resultó complicado que respondiese por ahí por donde quisiéramos, con un buen diámetro de giro para su longitud y por supuesto, una facilidad enorme para circular a bajas velocidades.
Con 218 CV nadie echará en falta más potencia
Sin embargo, al contrario de lo que suele suceder, la ciudad no es su único hábitat principal. Como ya es sabido por todos, un híbrido ofrece su mejor rendimiento en recorridos urbanos, al poder explotar al máximo todas las posibilidades del motor eléctrico, no obstante, el Camry también sorprende por una actitud sumamente rutera sin que por ello los consumos suban alarmantemente. Es más, el grupo propulsor es bastante 'estable' en consumos y apenas se ve afectado por el tipo de conducción que se haga.
El sistema de gestión está tan bien logrado, que se encarga de adaptar el funcionamiento a las exigencias consiguiendo unos consumos realmente buenos para la potencia y peso del coche. Durante el fin de semana que lo tuvimos, nunca pasó de 6,7 litros y pudimos lograr consumos por debajo de los seis litros, en el entorno de los 5,7 de media cada 100 kilómetros. Con una conducción normal, el rango de consumo está entre los seis y los 6,5 litros.
En carretera el Toyota Camry es como un crucero. No importa la distancia, porque te llevará allí sin sobresaltos, sin consumos elevados y sin brusquedades. Es muy cómodo, sencillo de conducir y rápido. El confort general se ve acrecentado por una insonorización bastante lograda, aunque con algún detalle que permite no ir totalmente aislado del mundo exterior. Llegan al habitáculo ligeros ruidos aerodinámicos y algún ruido de rodadura, pero nada realmente molesto. Es posible ver en el marcador velocidades de cárcel con bastante facilidad y sin que te des cuenta, ya que vas como flotando por el asfalto.
El Toyota Camry corre mucho, pero no es lo suyo
Dicha sensación de flotar desaparece cuando se aumenta el ritmo y hay curvas de por medio. Aquí ya no está tan a gusto y se notan los kilos y su tamaño. No es una situación para la que haya sido diseñado, es un coche de carretera y manta con un nivel de fabricación y comodidad muy elevado (la calidad, por cierto, sorprende y para bien). El caso es que si no te pasas con la velocidad, el coche puede negociar curvas a un ritmo muy rápido sin que se descomponga. Puedes adaptar todavía más la conducción y aprovechas ciertas cosas para que sea todavía más cómodo, como la frenada regenerativa, que te deja ir muy rápido sin menear al pasaje como si fueran en una coctelera.
Sus dimensiones no impiden que los movimientos sean suaves y cómodos incluso en las curvas más exigentes
Con frenadas largas ‘tirando’ de motor eléctrico, movimientos suaves del volante y aceleraciones a punta de gas, el coche sortea curvas sin mayores problemas. La carrocería no se mueve y las inercias son admisibles. Todo lo contrario que si se pisa mucho el acelerador y se frena tarde. En estas situaciones, el peso hace acto de presencia y las frenadas acaban por ser un poco bruscas, al igual que las curvas, con inercias muy marcadas y la pérdida del eje delantero en cuanto se fuerza el ritmo. Evidentemente, con dejar de acelerar se corrige esa deriva, pero también están los controles electrónicos, que no permiten desmanes. Además, actúan de forma veloz y sin que se note en el tacto general, aunque si se escucha como los sistemas están trabajando, sobre todo atrás.
De todas formas, decir que el Toyota Camry es un coche torpe, sería menospreciar sus capacidades. Es verdad que se nota grande, pesado y fuera de lugar cuando intentas curvear a ritmo alegre, pero te sorprende cuando ves que dejas atrás a muchos usuarios de la vía con una facilidad pasmosa. El coche entra muy bien en las curvas y la autorrecarga funciona la mar de bien en estas situaciones ayudando a detener el coche y recargando las baterías. Es llamativo lo rápido que puede ir para su tamaño y peso, logrando consumos tan ajustados. Y lo mejor de todo es que los precios arrancan en los 32.300 euros.
Imágenes | Elaboración propia