Cuando se presentó allá por 2009 bajo el nombre de Toyota FT-86 Concept, las redes sociales y los foros estallaron en todo tipo de comentarios, ideas y especulaciones. La firma japonesa flirteaba con un concepto de automóvil que llevaba años apartado de la gama, un deportivo de motor delantero y propulsión, como el añorado Supra y las primeras generaciones del Celica. No se tardó mucho en señalar al concepto como el regreso de uno de esos modelos. ¿Sería el nuevo Celica? ¿O por el contrario sería el nuevo Toyota Supra? Lo fanáticos de la marca estaba deseoso de conocer qué futuro deparaba a este concepto que ya de entrada, estaba animado por un motor boxer de cuatro cilindros y dos litros, un apartado que rápidamente le alejó del mítico Supra.
Ni era el Celica ni mucho menos el Supra, era el adelanto del Toyota GT86, un coche que recuperaba la deportividad en la marca, con un concepto de automóvil deportivo ‘puro’, al equipar un motor atmosférico, cambio manual y propulsión, con un centro de gravedad muy cerca del suelo y un diseño bastante logrado (no lo decimos nosotros, nos guiamos por comentarios de los aficionados). La expectación en torno al coupé japonés fue máxima, Toyota pretendía ofrecer un modelo divertido de conducir, ideal para los que disfrutan en carretera de sentir el coche, de exprimir al máximo su motor y al mismo tiempo, dejar de lado complejidades como la sobrealimentación. Lo tenía todo.
En aquel momento, cuando el Toyota GT86 llegó al mercado, llegó como un coche para puristas pero sin cubrir el hueco que había dejado el Celica. Aún así, este modelo es parte de la historia deportiva de la firma japonesa y ahora más que nunca, representa el regreso de Toyota a los coches deportivos. Un capítulo más, pero importante, que tiene su origen muchos años atrás, concretamente en el mes de diciembre de 1970.
El Toyota Celica, el ‘vehículo especializado’
Los deportivos abandonaron el catálogo de Toyota en el año 2007, cuando el MR2 dejó de fabricarse. Desde entonces no ha vuelto a tener un coche de este tipo y eso es algo que muchos aficionados han criticado. Aficionados que ahora deberían estar de enhorabuena, pues la marca ha tomado un camino que se verá coronado con el regreso del Supra, que también tiene sus inicios en la gama del Toyota Celica, somo todos ya sabéis. Y es este coche, el Celica, el que da comienzo a nuestra historia: su origen. Se trata de un automóvil que podríamos considerar como al abuelo del GT86, aunque sea, simplemente, por su configuración inicial y por su parecido en algunos aspectos.
Cuando se lanzó el Celica al mercado era un coupé ‘asequible’, pero divertido de conducir, fiable y con un diseño que cautivara a todos los conductores, que fue definido por la marca como un ‘vehículo especializado’. Su configuración, como la del GT86, era clásica, con motor delantero de cuatro cilindros, cambio manual y propulsión. Y así fue durante muchos años, combinando diversos motores, varios acabados y los rediseños obligados con cada renovación. Pero siempre se mantuvo la configuración de motor delantero y propulsión, una orientación relativamente práctica y además, asequible. Quizá este último punto sea importante, porque cuando se presentó el GT86 el objetivo era muy similar.
La historia del Celica ha ido pasando por diversos cambios en cuanto a su fisonomía, cada cual más llamativo y característico. De ser un coupé con tres volúmenes, pasó a ofrecer una carrocería tipo ‘liftback’ de tres puertas, después recuperó su tercer volumen trasero que destacó por su aerodinámico hasta que se transformó en un coupé de línea ‘perfilada’ en 1985. De hecho, este nuevo Toyota Celica llegaba con un cambio sumamente importante, al abandonar la propulsión en favor de la tracción. Es decir, la potencia ya no se entregaba a través de las ruedas traseras, sino de las delanteras. Al mismo tiempo, el Supra tomaba un camino por separado hasta convertirse en el buque insignia deportivo de la marca.
Esta generación, vista en los rallyes en manos de Carlos Sainz, tuvo alguna de las versiones más famosas y apreciadas por los fanáticos de la marca y por los amantes de los coches de rallye, como el Toyota Celica GT-Four. Este, con su motor turbo y tracción total, fue el responsable no sólo de cumplir con la homologación para poder competir, sino de perpetuar la deportividad del exitoso coupé. Exitoso sobre todo en la década de los 90, cuando se pusieron a la venta las últimas versiones del Celica.
Adiós al Celica. Hola al GT86
Las diferentes generaciones del Toyota Celica poco se parecen entre sí, pero quizá la más rompedora de todas fue la última, estrenada en el año 2000. Se presentó inicialmente con motivo del Salón del Automóvil de Detroit en formato prototipo bajo la denominación de Toyota XYR. Tenía un perfil en cuña muy marcado, una carrocería angulosa y unos faros triangulares que le otorgaban una mirada muy característica. Rasgos que llegaron a la serie casi sin cambios y que presumían de una buena aerodinámica.
Toyota tomó la decisión con esta generación de no ofrecer carrocería descapotable, como si tuvieron algunas de las versiones anteriores, ni tampoco equiparlo con tracción total. Si hubo un Celica T-Sport, con 192 CV, como variante más potente, pero con tracción delantera. Tampoco tuvo relevo, abandonando la línea de montaje en abril de 2006, un final anunciado unos dos años antes, cuando la marca comenzó a centrarse en modelos eficientes y con una fuerte orientación utilitaria. Tras dejar de producir el Celica, la tendencia de la marca hacia la eficiencia se acrecentó y comenzó un viaje hacia la hibridación que les ha convertido actualmente en la marca referente en esta tecnología.
Sin embargo, parece que una vez dominado este apartado, la marca miró hacia atrás, hacia tiempos pasados, y comenzó a idear junto con Subaru un modelo que se alejaba de esta característica que había marcado el desarrollo de la marca durante algunos años. Hicieron falta algo más de seis años para que Toyota volviera a poner un deportivo sobre el asfalto que ha servido como detonante de lo que está por llegar. El punto y a parte para el nuevo devenir de Toyota fue la llegada a la presidencia de Akio Toyoda, quien no sólo convirtió a la marca en unos de los fabricantes más valiosos del mundo, sino que además es un conocido fanático de los coches deportivos (capaz de inscribirse en competiciones con un nombre falso para pasar desapercibido) y él en parte, el culpable, del regreso de Toyota a los deportivos.
El GT86 es una piedra más en el camino de Toyota, que se completa con el Yaris GRMN y sus 212 CV, así como con el futuro Toyota Supra. Sólo falta que los rumores se hagan realidad y volvamos a ver al Celica y al MR2 en las carreteras.