Cuando se habla del impacto ambiental de un neumático, generalmente se habla de su destino después de su vida útil, de hecho muchos os acordaréis del espectacular incendio del cementerio de neumáticos de Seseña que tuvo lugar el año pasado. Hablamos entonces de lo que se hará con el neumático una vez que deja de ser utilizable para vehículos. Es la fase de residuo: cuando el neumático puede ser reciclado o almacenado en grandes vertederos. En esta fase, ya se están haciendo muchos avances. El ejemplo más claro es la utilización de neumático reciclado en el asfalto, lo que aumenta la durabilidad, evita las fisuras y mejora la adaptación del firme.
En cuanto a la mejora medioambiental de la fase de producción, también se están realizando algunos avances. Uno de ellos es la utilización de materiales ecológicos en la fabricación de los neumáticos. En ese sentido Continental ya ha desarrollado los primeros neumáticos de coche con Taraxagum, un caucho procedente de la raíz del diente de león.
Aunque pueda parecer que la producción y la fase de residuo son los periodos de la vida del neumático que más afectan al medio ambiente, esto es una percepción equivocada. Es a lo largo de su vida útil cuando se produce el mayor impacto ambiental de un neumático, algo totalmente ajeno al proceso de fabricación y reciclaje.
¿Cómo puede ser esto? Pues bien, el consumo de energía de un vehículo depende en gran medida del contacto del neumático con el asfalto debido al rozamiento. Cuanto más rozamiento o resistencia a la rodadura, más consumo habrá, y por lo tanto, mayores emisiones de CO2 y otros gases contaminantes. Se estima que entre un 20% y un 33% de la energía que mueve las ruedas de un coche se utiliza para vencer la resistencia a la rodadura. Dicho de otra manera, de cada 5 depósitos, gastamos entre 1 y 2 por el contacto entre las ruedas y el asfalto.
La importancia de tener los neumáticos en óptimas condiciones
No podemos hacer desaparecer el consumo asociado al rozamiento entre los neumáticos y el asfalto. Eso equivaldría a que no hay ningún tipo de agarre entre rueda y suelo, por lo que ni siquiera avanzaría. No obstante, lo que sí podemos hacer es tratar de minimizar ese consumo.
Para ello, lo primero es tener los neumáticos en óptimas condiciones. Recientemente ya os hemos contado algunos consejos para alargar la vida de los neumáticos. Algunos de esos consejos hablan de cómo mantener los neumáticos en buenas condiciones, los cuales también valen para minimizar el consumo asociado al rozamiento. Un neumático en buenas condiciones es más seguro y más eficiente.
Resumiendo, para minimizar el consumo, uno de los aspectos clave es mantener la presión correcta de los neumáticos y adaptarla según la carga del vehículo. Además, conviene tener la dirección bien alineada y evitar conducir de manera que los neumáticos puedan tener un desgaste irregular.
Neumáticos de baja resistencia a la rodadura, una opción cada vez más extendida
Partiendo de la base de que llevamos los neumáticos en buenas condiciones, llegamos a la siguiente pregunta: ¿se puede reducir el consumo, y con ellos las emisiones de CO2 asociadas al rozamiento del neumático sin reducir la efectividad ni el agarre del mismo? La respuesta es sí, y se conocen como neumáticos de baja resistencia a la rodadura.
Los neumáticos de baja resistencia a la rodadura nacieron de la necesidad de reducir el consumo de combustible y las emisiones de CO2, algo cada vez más demandado por los usuarios y totalmente necesario debido a las restrictivas normativas anticontaminación.
Estos neumáticos se han convertido en especialmente atractivos para su uso en aquellos coches donde prima la eficiencia, como son los híbridos y los eléctricos.
¿Pero, cómo sé si mi neumático es de baja resistencia a la rodadura? Desde Noviembre 2012, todos los neumáticos vendidos en Europa, deben llevar la Etiqueta Europea. Una etiqueta cuya finalidad es dar a los usuarios finales información esencial y estandarizada sobre el consumo de combustible, agarre en mojado y nivel de rumorosidad. La letra A corresponde a los neumáticos más eficientes y la G a los menos. Los otros apartados son el comportamiento en lluvia y la sonoridad.
La disminución de la resistencia a la rodadura se consigue principalmente mediante tres actuaciones: un nuevo diseño de la banda de rodadura, una composición química que incluye un porcentaje de sílice y la utilización de una carcasa más ligera.
Continental tiene en su cartera de productos dos neumáticos especialmente diseñados para los vehículos eléctricos e híbridos, ambos fabricados bajo el nombre Conti.eContact. Estos neumáticos ofrecen una resistencia a la rodadura entre un 20 y un 30% inferior a sus equivalentes convencionales, conservando su rendimiento tanto en asfalto mojado como en seco. Esta mejora en la eficiencia se puede traducir en hasta un 6% más de autonomía eléctrica en el caso de un vehículo 100% eléctrico, algo especialmente importante en este tipo de vehículos donde la autonomía suele ser limitada.
Continental trabaja continuamente en la mejora del neumático y los sistemas de frenada. Para reducir drásticamente los accidentes de circulación aporta con el proyecto VisionZero su conocimiento y conciencia al conductor de la importancia del cumplimiento de la norma.
Fotos | Continental