El McLaren 720S ha sido una de las estrellas del Salón de Ginebra de este año. Su diseño futurista cruzado con el de un escualo (siguiendo las formas orgánicas del reino animal, un concepto que Frank Stephenson aplica en todos los McLaren desde el MP4-12C hasta ahora) y la atención aportado a cade detalle de ingeniería lo convierten en un éxito inmediato en el mercado de los superdeportivos.
Lo hemos visto en el stand del salón y en las fotos oficiales de la marca. Hasta ahora no lo habíamos visto en un entorno más acorde con su aspecto, personalidad y propósito. Pero la espera ha valido la pena. Ver el McLaren 720S rodar en Portimao, al atardecer, rugiendo y escupiendo llamas, mientras Ayrton Senna nos dice que debemos alcanzar nuestro límite para superarnos, te tiene que inspirar para el resto del día. Como mínimo.
Vale, el vídeo es de la propia McLaren y es evidente lo que intentan decirnos. Aún no deja de ser cierto que con el 675 LT, McLaren alcanzó los límites de desarrollo de su gama “supersports”. Sólo le quedaba superarse a si mismo. Y así lo hizo con el 720S: nuevo chasis con célula central Monocage II, V8 M838T tan modificado que pasa a llamarse M840T y cubica 4.0 litros de cilindrada para 720 CV (0 a 100 km/h en 2,9 s). De todos modos, ¿no es así cómo funcionan todas las marcas de deportivos, superándose modelo tras modelo?
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