El hambre (de recaudar) agudiza el ingenio. Y si no que se lo digan a los holandeses, que van a tener que estar más pendientes de los objetos que se encuentren en el margen de la carretera
Seguramente algunos conductores han aprendido a reconocer los radares móviles, de manera que la mejor forma de mantener el nivel de multas es disfrazar algunos radares de cubos de basura.
El camuflaje es perfecto, tiene el color y la forma adecuados, y tiene hasta 2 pares de ruedas diferentes. Se acabaron las viejas técnicas de esconderse detrás de un arbusto, o fingir que se ha estropeado el coche para estacionar en el arcén (por cierto, al menos en España, en ocasiones, sin colocar los triángulos reflectantes reglamentarios).
Otra cuestión problemática acerca de estos radares, es que su colocación tiene que ser muy exacta para que los valores que aporta sean los correctos. Para conseguir unos valores precisos hay que medir con precisión el ancho y el centro de la carretera, y además el radar tiene que situarse paralelo a la carretera. De no cumplirse estas indicaciones es muy posible que el margen de error del radar sea más grande de lo aconsejable.
En definitiva parece que entre los súper radares, y los móviles camuflados, las autoridades tienen cada vez más herramientas para mejorar sus datos de recaudación. No obstante, lo bueno de esta historia es que los conductores tenemos el arma definitiva para no pagar más de la cuenta: respetar los límites de velocidad. Ante eso no hay cubos de basura que valgan.
Vía | Diariomotor, Autoblog
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