Allá por el año del Señor de 2008, un 30 de octubre como ayer, el Gobierno elevó a normativa la lógica y la ilógica de los resaltos, buscando el compromiso entre la necesidad de instalar algún tipo de mecanismo que quite las ganas de ir de tramo por en medio de la calle, pero sin destrozar los coches, que para ese viaje no necesitamos alforjas. La moratoria inicial era de dos años para que todas las administraciones pudieran enmendar el desastre de los resaltos mal proyectados.
El caso es que llegó 2010 y se dio una nueva moratoria. Saltamos a 2012 y nos llega la noticia de que al menos en Andalucía el asunto de los resaltos va para largo, para dos años más al menos. La razón aducida es muy simple: no hay dinero en la caja. Desde 2009 en la Junta de Andalucía han ido estudiando el asunto, pero la crisis es la crisis, y los resaltos tendrán que esperar un poquito más. Mientras, si alguien se pega un morrazo con uno de estos obstáculos, podrá reclamar por los daños.
Cada adaptación cuesta de 4.000 a 5.000 euros, lo que muchiplicado por la aberración de resaltos mal hechos que hay por ahí se nos va a un presupuesto de 3,3 millones sólo en las carreteras autonómicas andaluzas. Claro, no hay dinero para deshacer lo que está mal hecho. Es cierto que esta fiesta va por barrios, así que el ejemplo andaluz no es extrapolable a toda España, pero sí que es indicativo del sobrecoste de las obras mal planteadas, por no hablar de su peligrosidad.
Vía | Diario de Sevilla
Foto | London 2012
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