Ayer entró en vigor una norma del Ministerio de Fomento que regula los badenes (guardias tumbados), exigiendo que tengan al menos un metro de rampa, cuatro metros de longitud (superficie elevada) y 10 cm de altura como máximo, poniendo fin así a la creatividad de los ayuntamientos a la hora de instalar estos dispositivos.
Muchos badenes son tremendamente molestos incluso sobrepasándolos a una velocidad legal. Tienen el problema de que pueden dañar la suspensión (o al menos desgastarla a largo plazo) y son incomodos también para los conductores que cumplen los límites.
Por otro lado, muchas de las personas que circulan a una velocidad inadecuada la reducen, pero no lo suficiente, al pasar por éstos. En un caso extremo, si te da igual tu vida y la de los demás, poco te va a importar el confort en la marcha y el mantenimiento de la suspensión.
Según Antena 3, fuente de la noticia, “pueden llegar a ser mortales”. De acuerdo, mortales de la misma forma que tu licuadora, una cáscara de fruta o tu vecino pueden llegar a ser mortales.
Con esta nueva ley, los ayuntamientos podrían verse obligados a modificar algunos badenes para adaptarlos a la normativa. Hasta aquí, seguro que todos estamos de acuerdo y nos parece una buena noticia, ¿pero qué pasa con la seguridad?
Se puede discutir el porcentaje, pero no el hecho de que ayudan a reducir la probabilidad de un atropello, y si son nuestros hijos o familiares los que ahora tienen más probabilidad de morir mientras curzan la calle, seguro que ya no nos parece tan buena noticia.
Como siempre, el equilibrio es complicado. Los badenes inteligentes puede que se conviertan en realidad en los próximos años, y yo sigo fascinado con la solución sencilla pero efectiva de crear pequeños laberintos para reducir la velocidad.
Foto | Los badenes de mi pueblo
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