Nada más salir al volante del Microlino, alguien ya le ha hecho una foto con su móvil. Pocas veces un coche habrá generado tanta simpatía y curiosidad. Desde el repartidor al volante de su furgoneta hasta los niños que cruzan la calle, todo el mundo sonríe, saca el móvil para inmortalizar el instante y se pregunta qué coche es.
Se trata del Microlino, un coche eléctrico descaradamente inspirado en el concepto del famoso Isetta que fabricó BMW de 1955 a 1962. En esta ocasión, sin embargo, no tiene nada que ver con BMW. El Microlino es la última creación de los suizos de Micro Mobility Systems. Sí, los de los patinetes.
Fabricado cerca de Turín (Italia), este cuadriciclo eléctrico, al igual que su predecesor alemán, cuenta con una gran puerta delantera que gira hacia la derecha, un motor que transmite la potencia a las ruedas traseras y dos asientos. Su misión son los trayectos urbanos cortos.
El Microlino es uno de esos nuevos cuadriciclos eléctricos urbanos con una definición técnica más cercana a la de un coche que el Citroën Ami. Se trata de un cuadriciclo pesado (de tipo L7e), de 2,52 m de largo por 1,47 m de ancho y equipado con un motor eléctrico de 17 CV. Puede alcanzar una velocidad máxima de 90 km/h, mientras que el AMI se conforma con 45 km/h. A diferencia del Ami, que se puede conducir a partir de los 16 años, el Microlino requiere de momento el permiso de conducir B.
En principio, este año debería aprobarse el nuevo permiso de conducir B1 que permitirá a jóvenes de 16 años conducir cuadriciclos pesados, como este Microlino, y que ya está en vigor en varios países de la Unión Europea.
A nivel técnico, este Isetta del siglo XXI equipa una batería de iones de litio de 10,5 kWh para una autonomía homologada en el ciclo WMTC de hasta 177 km, que viene a ser entre 140 y 150 km reales. Equipa un cargador a bordo de 2,6 kW que permite recargar la batería del 5 al 80% en 3 horas. Esta batería, situada en el suelo y bajo el maletero, alimenta un motor eléctrico de 12,5 kW (17 CV) y 118 Nm que permite una velocidad máxima de 90 km/h.
A bordo del Microlino
Una de las señas de identidad del Microlino es su enorme puerta delantera. Al igual que en el modelo original, la puerta es todo el frontal. Abrir el frontal del coche para subir o bajarse es todo un show para los transeúntes. Salvando las distancias, el efecto de sorpresa es básicamente el mismo que con un Mercedes 300 SL ‘Alas de gaviota’ o un Lamborghini Countach cuando abren sus puertas.
El enorme portón delantero facilita el acceso a bordo, incluso a las personas altas. Además, esta puerta tiene un cierre suave, asistido eléctricamente, para que no se cierre de golpe con un estruendo. Esa asistencia es la misma que nos abre la puerta cuando pulsamos un botón, escondido en el logotipo de la marca, debajo del retrovisor derecho.
Conductor y pasajero están sentados en un asiento corrido, ajustable, y muy juntos. Pero tampoco falta amplitud en un coche que mide menos de 1,50 m de ancho. El habitáculo está bien construido y bañado en luz, especialmente con el techo de lona abierto.
Con un bonito volante de tres radios en la mano, el conductor tiene delante suyo un cuadro de instrumentos digital que proporciona la información básica (velocidad, nivel de batería, cuentakilómetros parcial, etc.). Por otra parte, hay que tener en cuenta que los pilares A son bastante espesos y entorpecen un poco la visión en los cruces.
El salpicadero es una barra horizontal que integra una mini pantalla táctil con los mandos de la ventilación, la temperatura (frío o caliente, no hay término medio), la apertura eléctrica del maletero y las funciones de desempañamiento del parabrisas y de la luna trasera.
En esa barra se sitúa el soporte para el móvil, mientras que la rueda de cambio, con sólo tres posiciones (R, N y D) está a la izquierda del conductor, junto con el freno de mano. La música, para quien lo desee, la enviará desde su móvil a un altavoz Bluetooth portátil que se guarda en el lado derecho, junto a una de las tres tomas USB que dispone el coche (las otras dos están en el centro).
En definitiva, el Microlino está infinitamente mejor acabado que el resto de cuadriciclos eléctricos. De hecho, en su particular segmento tiene un interior descaradamente premium, es casi un interior de coche. Un coche sencillo, sí, pero un coche al fin y al cabo.
Al volante del Microlino: un ratoncillo que se cuela en el tráfico
Curiosamente, el arranque se hace girando una llave convencional, como las de Volkswagen o Skoda de hace unos años, en la columna de dirección. Sin hacer ruido, se enciende el cuadro de instrumentos: el coche está listo para salir al asalto de la ciudad.
Rueda en posición D, el Microlino empieza a moverse con el sonido de un cochecito de golf eléctrico. Es una especie de ronroneo que sitúa lo sitúa claramente en la categoría de los cuatriciclos más que en la de los coches.
Sobre sus diminutas ruedas de 13 pulgadas y neumáticos de 145 mm de ancho, el Microlino no puede pretender ofrecer la suavidad de un auténtico coche eléctrico. El primer resalte nos lo confirma, la amortiguación es muy firme.
En ciudad, la ausencia de dirección asistida no se hace notar. En cambio, la frenada tiene una asistencia muy leve y sorprende por su falta de mordiente inicial. Hay que frenar con decisión para que se detenga.
Con 17 CV enviados a las ruedas traseras, incluso con semejante peso pluma (no pesa más de 530 kg), podría uno pensar que moverse al volante de un Microlino va a ser un suplicio de lentitud. Para nada.
El coche se mueve con soltura y no entorpece el flujo natural del tráfico. Es más, dispone de un modo sport que permite aprovechar toda la inmediatez de entrega que dan los motores eléctricos. Y sin ser un cohete, el Microlino demuestra entonces mucha vivacidad.
Acelera de 0 a 50 km/h en 5 segundos, mientras que su velocidad máxima de 90 km/h es más que suficiente para un uso urbano, pero le permite adentrarse en las vías rápidas. De todos modos, no es un coche pensado para ello.
Sobre todo porque la ausencia de ABS, ESP y airbags, o la amortiguación muy firme (al fin y al cabo, el conductor está prácticamente sentado sobre el eje delantero) y el silbido del motor eléctrico, demasiado presente en el habitáculo, no animan a salir de la ciudad con este coche.
Uno de los puntos fuertes del Microlino es su maletero de 230 litros. Todo un logro para un coche que mide sólo 2,52 m de largo. En comparación, el Fiat 500 eléctrico sólo tiene 185 litros de maletero, pero también cuatro plazas en un espacio de 3,63 metros. En cuanto al Citroën Ami, su principal rival, directamente no tiene maletero.
Microlino, o el cuadriciclo premium
Todo esto tiene un precio, un precio premium, en este caso. Los precios varían entre 22.990 euros, para el acabado Dolce, y 23.560 euros para el acabado Competizione, el cual se diferencia del Dolce únicamente por su pintura mate.
El Microlino es más que una solución de movilidad, es un objeto de diseño que juega con su atractivo para convencer. Algo especialmente cierto en España, donde de momento, sólo se puede conducir con el carnet B. Visto así y siendo racionales, un Dacia Spring es más barato, más práctico y hasta más seguro, pero también es bastante más aburrido.
Eso sí, cuando España implemente el carnet B1 para poder conducir el Microlino desde los 16 años, tendrá entonces una ventaja enorme sobre las propuestas de Stellantis, como el Citroën AMI, el Ligier Myli eléctrico, Invicta o el XYV Yoyo. Y es que el modelo suizo es bastante más coche que sus rivales.
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