Nacida en Teherán (Irán) en 1977, Laleh Seddigh es un símbolo de superación en un país en el que ser mujer supone una batalla diaria. Si tenemos en cuenta que hace unas semanas fueron detenidas 29 mujeres por desafiar el régimen de los ayatolás y quitarse el velo, y una de ellas ha sido condenada a dos años de cárcel, lo de esta prolífica piloto de carreras es casi un milagro.
La Danika Patrick iraní
El velo es el estandarte del régimen islámico en Irán desde la revolución de 1979; un símbolo de lucha contra la 'occidentalización' y su particular forma de proteger a las mujeres de corromperse. Las mujeres iraníes que no se cubren adecuadamente o usan ropa demasiado ajustada son detenidas, multadas e incluso encarceladas, además del estigma que supone no hacerlo.
Con un escenario así, podemos comenzar a entender por qué la carrera deportiva de Laleh Seddigh es digna de mención. Apodada como la "pequeña Schumacher", ha sido reconocida como la mejor piloto del país y la primera en competir contra hombres tras la Revolución Islámica y superarlos en el asfalto.
Para lograrlo tuvo que pedir el permiso de un ayatolá local, claro, que consideró tras una larga reflexión que la competición no suponía un deporte de contacto y que podía llevarlo a cabo, siempre que respetara el código de vestimenta y no violara las leyes religiosas. Y así fue; bajo el casco, siempre viste hiyab.
Con solo 13 aprendió a conducir y hoy en día, con 41 años, puede presumir de haber subido a 14 podios, de haber completado 28 rallies y haber ganado multitud de campeonatos para mujeres. Ha sido además capitán del equipo de velocidad de Proton y representará a Irán en el rally campo a través de Medio Oriente y Norte de África este año.
Además de estar doctorada y ser vicepresidenta en una empresa de componentes para automóviles, Seddigh es directora del Comité de Educación de Mujeres de la Federación de Deportes Automovilísticos de Irán, y participa directamente en la formación de niñas y mujeres en el deporte de carreras. Su objetivo es que no abandonen este deporte por la presión que lleva implícito el hecho de intentarlo.
Libre tras el volante, Seddigh seguirá rompiendo tabúes y derribando barreras, siempre que entre su pelo y el casco se interponga una fina tela. Un pequeño matiz que lo cambia todo en el peor país para ser mujer.
Foto | Laleh Seddigh Facebook