Las tres marcas japonesas más importantes tienen sus respectivas divisiones Premium: Toyota/Lexus, Honda/Acura y Nissan/Infiniti. Dentro de Japón no es que estén bien valoradas, es que están idolatradas, pero fuera del archipiélago nipón se ha recurrido a este gancho para clientes más acaudalados.
Lexus fue fundada en 1989, a petición del entonces presidente de Toyota, que pidió a sus empleados crear la mejor marca de lujo del mundo, objetivo modesto donde lo haya. Durante mucho tiempo la fórmula funcionó, partir de un Toyota, mejorarlo, y venderlo más caro. Hoy día se necesita una estrategia diferente.
Llega un punto en el que algunos clientes perciben a Lexus como una marca de Toyotas tuneados, y eso no es bueno si se aspira a ser una marca de referencia como son las monarquías Premium europeas como Audi, BMW, Jaguar, Mercedes-Benz, etc. Es necesaria más diferenciación.
Se están dando pasos para dar más autonomía a los miembros de Lexus para que ganen en identidad, y que se les supervise menos en la matriz. Por ejemplo, el Lexus LFA da identidad, pero el Lexus CT 200h no tanto, porque es un Prius tuneado (más lujoso, una suspensión mucho mejor y poco más). Varios modelos del catálogo actual de Lexus parten de base Toyota.
No solo quieren más identidad, sino ganar en lealtad respecto a los clientes. Cuando el dueño de un Lexus se pasa a BMW, algo está fallando. Durante 11 años consecutivos Lexus ha sido la marca Premium más vendida en EEUU, y quieren recuperar la posición perdida en 2011. Es necesario más prestigio.
A fin de cuentas, las dos marcas persiguen objetivos muy diferentes. Mientras la marca generalista se quiere centrar en la utilidad, la eficiencia y el coche/precio, Lexus quiere destacar por su carácter emotivo, tacto de conducción y diseños. El tiempo dirá si esta estrategia mejora el posicionamiento de Lexus, yo creo que sí lo hará.
Vía | Automotive News