Creo que estaría muy bien dar voz al responsable de haber metido a McLaren en este histórico “fregao”. Digo yo que el ex-diseñador jefe de McLaren, Mike Coughlan, tendrá muchas cosas que contar acerca del caso de espionaje, y os aseguro que muchas de sus confesiones son de lo más interesante de todo este caso. Aquí van, pues.
Así empezó todo: "Stepney contactó conmigo por primera vez el 1 de marzo de 2007 para hablarme de su insatisfacción por la dirección que había tomado su carrera, de su frustración al ver que en la estructura de Ferrari se promocionaba más a Mario Almondo que a él. Pero no fue hasta la mitad de marzo cuando me pasó información".
Según relata el ex-diseñador jefe, los primeros e-mails entre Stepney y él sólo alertaban de dos irregularidades del Ferrari: el suelo flexible y el separador del alerón trasero. El primer e-mail que recibió Coughlan en este sentido, se lo reenvió a Martin Witmarsh, director general de McLaren, y éste le “ordenó mostrarle la información a Paddy Lowe”, director de ingeniería de la escudería británica. Cuando McLaren denunció a la FIA el fondo flexible del Ferrari, Coughlan empezó a sentir que se estaba metiendo en un lío, e incluso llegó a instalar un cortafuegos en su ordenador para no recibir más información de Stepney. Pero la primera vez que Coughlan le dijo a Stepney que no más, fue en el aeropuerto de Barcelona, el 28 de abril. Pero la curiosidad pudo con todo: "Me metí en su coche y me pasó un montón de documentos para que les echara un vistazo. Fue estúpido, pero me pudo la curiosidad y me los llevé a casa. No los miré ese fin de semana".
Coughlan también confiesa el encuentro entre él mismo y Stepney con el responsable de Honda, Nick Fry, para negociar un contrato con el equipo japonés, en horas muy bajas. Y explica el momento en el que enseñó esa información a Jonathan Neale, director administrativo de McLaren: "Al final de la conversación le mostré durante unos segundos unas cuantas imágenes del material que me había proporcionado Stepney. Reaccionó con sorpresa y me dijo que yo no debería tener esos documentos y que McLaren no tenía nada que hacer con ellos".
Pero Coughlan, nuevamente, sintió la atracción de ese dossier de 780 páginas que daba las claves del Ferrari, y reconoce que lo leyó, "pero nunca de forma detallada. No lo estudié ni lo leí completo. Poco a poco me sentí agobiado por poseer tal información, así que creí conveniente destruirla, aunque decidí guardar un disco con una copia por si Stepney quería recuperarlos".
Y aquí está la escena que me hace más gracia de la película: la mujer de Coughlan llevando los documentos a una imprenta y quemándolos posteriormente: "Mientras yo estaba en EEUU, mi esposa fue a una tienda y copió todo en dos CD".
Y cierra, cómo no, con un arrepentimiento que vamos a pensar que es sincero: "Pido perdón a Ferrari y me arrepiento del daño que he causado a McLaren y a mi mujer. Pero puedo asegurar que McLaren no se ha beneficiado ni ha usado ningún material para sus coches relacionado con este caso".
Vía | El Mundo