Analizar la temporada 2007 de David Coulthard es igual de difícil o sencillo que hacerlo con la anterior y la anterior y... ¿Qué es lo que le permite seguir subido al barco? Posiblemente estar en un equipo joven y con ganas de ascender, al que le conviene tener un piloto escocés que se lleva fenomenal con todo el stablishment británico del deporte. Así pagan una especie de protección especial que les permite tener influencia con estamentos a los que de otra manera podrían no estar tan cercanos.
Dicen que otro motivo de que aún esté en Red Bull es su buena relación con Adrian Newey, que apreciaría su capacidad de desarrollo del coche, así como sus opiniones en cuanto a las direcciones de desarrollo a tomar. Y será verdad, pero en ese caso bastaría con tenerlo como piloto probador a tiempo parcial y relaciones públicas el resto del día. Esos son los casos de gente igual de apreciada como Wurz, De La Rosa y puede que pronto Fisichella, y nadie considera un drama que estén fuera de la F1.
Cierto que Red Bull tuvo muchos problemas de fiabilidad este año, pero ese es el tipo de coche con el que, a pesar de abandonar siete u ocho veces, un piloto como Nico Rosberg o cualquier otro joven con ganas, habría dejado un par o tres de actuaciones deslumbrantes.
A cambio, Coulthard nos ha dado siete abandonos, dos buenos puestos (quinto en Europa y cuarto en Japón, gracias a los puestos recolectados bajo la lluvia) y un quinto puesto en España, su única actuación de mérito en todo el año. Eso sí, pueden ponerse en su haber sus aportaciones a la mejora de la seguridad en los circuitos y sus columnas en itv, bastante entretenidas.
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