Convertir la idea de un diseñador en un bonito automóvil no es tarea fácil, y es precisamente uno de los procesos artesanales lo que facilita que lo que se plasma en un papel o en un archivo digital pueda convertirse en realidad: se trata del modelado en arcilla. Y es que, según muchos, un diseño 3D de ordenador resulta frío y hace falta plasmarlo sobre arcilla para dar los retoques finales.
Este proceso de esculpido utilizado desde finales de los años veinte -lo introdujo el diseñador Harley Earl en General Motors- permite, además de ajustar los detalles finales del diseño, que todo un equipo de diseñadores pueda participar, aportar y discutir sobre líneas o formas, teniendo delante el ejemplo en cuestión y pudiendo incluso modificarlo sobre la marcha.
El primer paso suele ser la creación de un modelo a escala, más pequeño que el real, en el que se trabaja durante semanas para definir bien las líneas del diseño y modificar ciertos aspectos que quizá en el ordenador sí funcionaban, aunque después sí que se crea una versión a escala real para poder observar cómo luciría el modelo en la calle o junto a otros coches. De esto se encargan especialistas o artesanos del modelado con arcilla, que plasman las creaciones de los diseñadores. Se crean incluso modelos de interior: de un salpicadero, un asiento, etc...
Los fabricantes utilizan por tanto ingentes cantidades de arcilla (que por cierto es una arcilla industrial especial, creada a base de ceras y aceites y que no contiene agua como la arcilla cerámica tradicional). Ford, por ejemplo, emplea más de 90.000 kilogramos de arcilla al año, aunque es cierto que desde hace años este material se recupera y reutiliza. Para hacerse una idea, un pick-up Ford Raptor de arcilla a escala real lleva unas 20.000 horas de trabajo y pesa casi 900 kilogramos.