Impresionar a un piloto de Fórmula 1 con un coche es casi imposible. Ellos pasan media vida subidos a los que teóricamente son los coches más rápidos del mundo sobre un circuito, están acostumbrados a que su cuerpo experimente más fuerzas G que los de un piloto de combate y tienen su cuerpo y mente acostumbrados a las sensaciones fuertes.
Por eso, cuando vemos a un piloto como Sebastian Vettel conduciendo el Ferrari FXX K en un circuito y apreciamos que el coche es capaz de impresionarle, está claro que se trata de un coche muy especial. El nuevo piloto estrella de Ferrari ha tenido oportunidad de probar el nuevo carreras-cliente de la casa de Maranello sobre el circuito oficial de la marca, y parece que se lo pasa en grande con la experiencia.
Alcanzando velocidades punta que rozan los 300 km/h, haciendo contravolantes a alta velocidad, disfrutando como un niño en las frenadas más fuertes del circuito mientras la aerodinámica activa le ayuda a detenerse, Sebastian Vettel se da un par de vueltas al trazado italiano para sacar lo mejor del conjunto formado por un V12 de 6.3 litros que desarrolla 860 CV, el cual se combina con un motor eléctrico de 190 CV, creando un conjunto con una potencia total combinada de 1.050 CV y un par motor máximo superior a 900 Nm.
¡Mamma mía!
