Este es mi primer mensaje como colaborador de Motorpasión, y por eso empezaré fuerte. En los años 85-88 se emitió una serie protagonizada por el difunto Robert Urich, que encarnaba el personaje de un detective privado que tenía que vérselas con delincuentes de la ciudad de Boston, resolviendo diversos asesinatos.
Sus compañeros de rodaje fueron Avery Brooks y un precioso Ford Mustang Fastback de 1966. Hasta que supe eso, tuve que recordar la serie, muy difusa en mi memoria. Todo lo que tenía eran apenas 4 escenas y que se llamaba “Nosequé, detective privado”. Me pateé varios foros hasta que encontré el nombre de la serie (Spenser: For Hire), y conocer el coche ya fue algo más sencillo.
Fue un amor a primera vista, me chiflaba, y cuando supe cuál era, no me decepcioné. Un auténtico Mustang, con motor de 289 ci, es decir, un 4.7 V8 y caja automática de 4 velocidades. El color negro y las llantas de American Racing lo delataban. En algún momento de la serie, el coche sufrió un percance y Spenser tuvo que comprarse otro, un Mustang gris del 86. Poco después, en plena calle, vio otro Mustang como el suyo y le cambió las llaves al dueño “in situ” mientras saboreaba un café.
Sin duda, mi amor por esta saga de coches empezó con este modelo, para mi gusto, uno de los más bonitos jamás construidos. Pero tampoco le haría ascos a los más modernos.