La DGT prepara una nueva normativa para la conducción de cuadriciclos, más conocidos como coches sin carné.
Para poder obtener el permiso deberá superarse una prueba teórica similar a la del carné B y una prueba práctica, y su edad mínima pasará de 14 a 16 años.
Nunca he ocultado mi profundo desacuerdo con estos vehículos. Sus defensores argumentan que ayudan a quién no sea capaz de sacarse el carné a conducir un coche. Yo me pregunto, ¿alguien que no sea capaz de sacar el carné está capacitado para conducir? Cada vez que salimos a la carretera vemos que al menos uno 30% de la gente con carné no está preparada para conducir. ¿De verdad queremos además permitir que alguien que ni consigue estar en ese 30% también esté en la carretera?
No se trata de un tema de comodidad, solidaridad o integración. Se trata de permitir poner en peligro la vida de otras personas a alguien que no está preparado para conducir. Si permitimos esto, yo exijo mi “permiso para ejercer la medicina” estudiando un tercio de la carrera. Tranquilos, no voy a operar a nadie, sólo hacer unas recetitas. Y os aseguro que no mataré a nadie. ¿O yo no lo merezco?
Otra cuestión son los precios de los microcoches. No son baratos, en absoluto. Su precio mínimo ronda los 6.000 euros, y todavía recuerdo un anuncio de la radio: “tu microcoche completamente equipado, con cuentarevoluciones, asientos abatibles y pintura metalizada por 11.700 euros”. Poco menos de 1.000 euros menos que un compacto con ESP de serie y 5 estrellas Euroncap.
Y por el mismo precio de un microcoche básico, tenemos un Picanto, Panda, 107, Matiz, etc, que sin ser la panacea de la seguridad y del equipamiento están a años luz de un microcoche en esos aspectos. ¿Queda claro para quienes son los beneficiados por los coches sin carné y por qué no deberían existir?
Vía | Terra Motor