Eso es lo que todos se preguntan ahora que Fernando Alonso es doble campeón del mundo. Ha conseguido a su edad lo que nadie antes había logrado y lo que muchos pilotos grandísimos no llegaron a conseguir nunca. Por eso, su fichaje por McLaren fue todo un acierto en su momento y ahora aparece como imprescindible.
Si se hubiera quedado en Renault ya no tendría nada que demostrar. Corría el riesgo de verse como algo anodino. En McLaren, el segundo mejor equipo de la historia, afronta un doble reto. Ganar el mundial con dos equipos diferentes, lo que muy pocos han hecho, y lo que es todavía más excitante: resucitar a McLaren de sus cenizas.
Si el McLaren es bueno, se verá al mismo Alonso que en Renault: avasallador. Pero si el coche no está a la altura, se verá al piloto de la Nissan, de Minardi o de su primer año con Renault: el tío que sabe construir un equipo a su alrededor. Por eso el mundo no se le queda pequeño; aún queda lo mejor por ver. Es como si volviera a debutar en 2007.
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