Tras descubrir que el Mitsubishi ASX ofrece un diseño de lo más atractivo y un interior suficientemente amplio a pesar de sus dimensiones exteriores, hoy nos toca entrar más en materia con todo lo relacionado con las prestaciones, su motor diésel y sus cualidades dinámicas.
Como dijimos ayer, no es ninguna sorpresa que este todocamino compacto esté pensado más para un uso en carretera que para el campo. Aunque su apariencia de todoterreno pueda confundir a más de uno (algo raro, porque a estas alturas estamos ya cansados de ver todocaminos y SUV), tiene que quedar claro que no estamos ante un todoterreno, sino frente a un turismo sobreelevado.
Una vez tenemos claro esto nos interesa saber qué tal es su motor, si el coche tiene o no un buen comportamiento en carretera, si es cómodo, si efectivamente podemos hacer con él excursiones fuera de la carretera o si consigue buenas cifras de consumo. Vamos a averiguarlo.
Antes de meternos de lleno en todo lo que tiene que ver con las cualidades dinámicas del Mitsubishi ASX o las impresiones y sensaciones que transmite al conductor, vamos a ver detalladamente qué esconde bajo el capó. De momento sabemos la denominación, 200 D-ID, aunque como puede llevar a error, vamos a verlo más detenidamente.
200 D-ID
El propulsor que mueve nuestro Mitsubishi ASX es un cuatro cilindros turbodiésel de 1.8 litros desarrollado por la propia marca nipona (en colaboración con su división encargada de fabricar motores diésel para náutica y maquinaria variada) que gracias al turbo de geometría variable alcanza una potencia de 150 CV a 4.000 RPM.
Colocado en disposición transversal (y delante, claro), este 1.8 turbodiésel se beneficia de inyección directa Common Rail y cuenta con cuatro válvulas por cilindro. Consigue un par motor máximo de 300 Nm entre las 2.000 y las 3.000 RPM.
Además, es según la marca el primer motor diésel en recibir un sistema de control electrónico de alzado variable de válvulas que la marca denomina MIVEC (Mitsubishi Innovative Valve Timing Electronic Control System).
Al tratarse de la versión con tracción integral las prestaciones y consumos se ven ligeramente afectados. En lugar de acelerar de 0 a 100 km/h en 9,7 segundos (es lo que tarda el 200 D-ID 4×2) lo hace en 10 segundos y alcanza 198 km/h en lugar de 200 km/h.
En lugar de presentar un consumo medio de 5,5 litros, la versión con tracción a las cuatro ruedas alcanza una media de 5,7 litros a los cien kilómetros y la cifra de dióxido de carbono por kilómetro aumenta de 145 a 150 gramos.
El Mitsubishi ASX 200 D-ID 4WD permite conseguir consumos muy ajustados y cercanos a los que homologa. Sorprende que un coche de su altura y peso, que según ficha pesa 1.655 kilogramos en esta versión, pueda rondar los 5 litros en carretera a velocidades legales.
A 120 km/h la aguja ronda las 2.400 RPM y el consumo medio apenas sobrepasa los 5,1 litros que homologa en carretera. En ciudad los consumos son algo más elevados, pudiendo superar los 7 litros e incluso los 8, aunque en éste ámbito urbano tenemos la ayuda del sistema start/stop.
A pesar de su altura y tamaño tiene un Cx de 0.32, un dato muy bueno para un todocamino de este tipo. Para hacerse una idea, deportivos como el Nissan 350Z o el BMW M3 E46 consiguen esa cifra.
Cuando recogimos el ASX el odómetro marcaba poco más de 9.600 kilómetros, y nosotros le haríamos algo más de mil adicionales. Durante nuestra prueba hicimos entre otras cosas un recorrido por autovía de unos 800 kilómetros, el mismo que habíamos hecho meses antes con un modelo especialmente ahorrador, el Volkswagen Golf Bluemotion.
¿La sorpresa? La diferencia en consumo apenas dista en medio litro, habiendo conseguido el ASX una media de 5,2 litros (la de la imagen no es la que corresponde), mientras que el Golf Bluemotion la fijó en 4,7 litros a los cien. No está nada mal, ¿verdad?
Impresiones al volante
Una vez acomodados en los asientos de cuero del ASX, que como dijimos ayer son cómodos pero no recogen demasiado el cuerpo, nos damos cuenta de que la posición de conducción es algo elevada incluso con el asiento colocado lo más bajo posible. La postura, no obstante, es agradable.
Tras ajustar el volante, que se mueve en profundidad y también en altura, nos encontramos delante de un cuadro de instrumentos simple pero atractivo, con dos grandes esferas de números blancos y agujas rojas, y una pequeña pantalla entre ellas que nos ofrece información sobre el nivel de combustible, la temperatura del agua o del ordenador de a bordo.
Me llamó la atención el lugar en el que estaba el botón que cambia la información mostrada del ordenador de a bordo, casi metido dentro del cuadro de instrumentos, lo que te obliga a soltar una mano del volante y a meterla a través del aro o esquivando éste por el lateral.
La visibilidad es buena en todas direcciones y se agradecen especialmente los retrovisores exteriores de dimensiones generosas. Eso sí, al ser así de grandes producen bastante ruido aerodinámico cuando se circula por carretera a velocidades elevadas.
Una vez al volante el ASX se siente prácticamente como un turismo convencional, más que como un todoterreno (que no lo es). Es además bastante cómodo gracias a una suspensión relativamente blanda que absorbe correctamente las irregularidades del asfalto, aunque para una conducción deportiva agradeceríamos una un poquito más dura.
La dirección es algo lenta aunque tiene buen tacto, al igual que la caja de cambios de seis velocidades, también de buen tacto y con recorridos más cortos de lo que esperaba. Los cambios manuales de otros todocaminos me han parecido más rudos que el de éste.
El motor se muestra enérgico, tiene una respuesta muy buena y además es bastante silencioso en una conducción tranquila, a bajas vueltas. A partir de las 4.000 RPM no tiene demasiado sentido estirar las marchas puesto que ya nos quedamos sin empuje.
Nuestra versión equipa la tracción a las cuatro ruedas o AWC (All Wheel Control) que ofrece al conductor tres modos conectables: 2WD (tracción delantera), 4WD (reparto de par automático de hasta 50/50 según las condiciones de adherencia) y 4WD Lock (que es la que deberíamos utilizar en condiciones de poca adherencia y en la que la fuerza que pueden recibir las ruedas traseras es 1,5 veces mayor que en el modo de reparto automático).
Durante la prueba quisimos también hacer una pequeña excursión por pistas de tierra para comprobar qué tal se comportaba el ASX. Lo cierto es que gracias a la suspensión (más bien blanda, como hemos dicho) es un coche cómodo para circular por pistas que no se encuentren en mal estado y es capaz de hacerlo por otras en peores condiciones, ya sea muy bacheadas o incluso con piedras, aunque la altura libre al suelo no es muy grande. Como no está pensado para un uso todoterreno tampoco hemos querido dárselo.
Mañana seguiremos la prueba con todo lo relacionado con las diferentes versiones que ofrece Mitsubishi de su ASX, así como con el equipamiento, ya sea de serie u opcional. No te lo pierdas.
Continuará...
En Motorpasión | Mitsubishi ASX 200 D-ID, prueba (exterior e interior)