Hace algún tiempo saltaba la noticia de un conductor que había terminado en medio del desierto por culpa de su navegador GPS. La respuesta de la marca era que el GPS no reemplaza ni a los mapas ni al juicio del conductor.
Al conductor de este BMW le ocurrió lo mismo, acabando con su coche encima de las vías del tren, también por “culpa” (y ahora ya va entre comillas) de su navegador GPS.
Yo también tengo algunas historias con el mío, aunque no tan graves. Poco después de tenerlo, me indicó que no cogiera la salida de la autopista que yo pensaba que era la correcta, y le hice caso pensando que habría otra más cercana a mi destino concreto. Después de ver como me pasaba de ciudad, recorrer 10 km sin poder dar la vuelta, y pagar el correspondiente tramo de peaje, encontré el primer cambio de sentido. Irónicamente, justo en el cambio de sentido escuché el ha llegado a su destino. Cabrón.
Vía | autoblog.nl