Rolls-Royce Phantom Limelight, para los que están siempre en el candelero
¿Recordáis que la semana pasada publicamos la prueba del mastodóntico Rolls-Royce Phantom? Aquel día con el Phantom (prueba - parte 1 - parte 2 - vídeo) me sirvió para darme cuenta de que este es un coche pensado principalmente para cantantes, artistas, estrellas de la música que como se dice comunmente, están siempre en el candelero.
Si tiramos de traductor, veremos que en inglés candelero o luz de calcio se dice limelight, así que por ahí vamos a comenzar a contaros por qué está versión Rolls-Royce Phantom Limelight desarrollada por el departamento de creaciones especiales Bespoke, está pensada precisamente para ellos.
El efecto de la luz de calcio lo descubrió por primera vez Sir Goldsworthy Gurney, un gentleman inglés que se dedicaba a la ciencia y a la producción de inventos en los años 20 durante la época victoriana. Su descubrimiento se empleó en la iluminación en los teatros de Covent Garden de Londres, y gracias a el se resaltaba con la luz a los actores protagonistas cuando se encontraban en lo alto del escenario.
De ahí viene la expresión "estar en el candelero", que hoy es sinónimo de fama. Después de este pequeño apunte histórico, vamos a lo que realmente nos importa que es el coche. Para desarrollar esta serie Limelight del Rolls-Royce Phantom, los expertos artesanos del departamento Bespoke (a medida) se basaron en el conocimiento de las muchas estrellas que habitualmente utilizan sus coches para, tras un intenso trabajo, tratar de adaptar el Phantom a sus gustos.
Esta serie especial de 25 unidades se ha realizado tomando en consideración los estilos de vida de muchos de los clientes de la marca, acostumbrados a ir sentados en la parte de atrás del Phantom mientras van de concierto en concierto, de evento en evento o de gala en gala.
Por eso el Phantom Limelight luce lo que llaman «Phantom Suite», una parte trasera del coche personalizada que incluye paneles portaobjetos específicos en las puertas traseras cuyo objetivo es garantizar que los enseres personales más preciados siempre estén a mano a la hora de prepararse para el próximo evento.
Además cambia la configuración de los asientos para permitir relajarse más a sus ocupantes, lo cual después de haber echado dos cabezaditas en el, me parece algo bastante complicado.
La tranquilidad de tener a mano todo lo que necesitas
Dicen en Rolls-Royce que después de haber analizado a sus clientes, saben que lo que de verdad les relaja es tener a mano todos sus objetos personales, objetos cotidianos sin los que no podrían vivir. Por ello en el Rolls-Royce Phantom Limelight hay compartimentos portaobjetos tanto de caballero como de señora, los cuales se pueden dejar en configuración estándar o personalizar dependiendo de qué objetos quieres que vayan en ellos.
Si se opta por la configuración estándar, encontramos en el compartimento para señoras un soporte cerrado para perfumes con capacidad para tres fragancias distintas. En el caso del compartimento para caballeros en dicho compartimento cerrado se pueden guardar relojes. Los compartimentos cerrados se abren presionando ligeramente con la mano.
Por otro lado hay otro espacio en este caso de configuración abierta que contiene los frascos de perfume en el caso del panel de caballero, mientras que en el de señora se encuentran dos soportes para relojes o joyas. Como detalle que nos indica el nivel de cuidado por el detalle que se ha aplicado a la hora de crear estos paneles, basta con decir que los frascos de perfume, están hechos a mano en el famoso valle del Bresle, al noroeste de Francia, de donde proviene el 75 % de los frascos de perfume y botellas de licor de lujo del mundo.
En el compartimento inferior izquierdo alberga un estuche universal para accesorios elaborado con los materiales más refinados. Pensado para guardar objetos más cotidianos como las tarjetas de crédito, tarjetas de visita, gafas o maquillaje. El último detalle de esta serie de compartimentos para tener todo a mano son los joyeros de señora y caballero, elaborados con fibra de carbono, reforzados con aluminio y cubiertos con piel de altísima calidad.
Con toda esta serie de compartimentos repletos, aseguran que las personalidades que utilicen los Phantom Limelight podrán prepararse para su próxima cita y a continuación relajarse en la parte trasera del coche mientras el chófer se encarga del resto.
Acostado puedes relajarte pero tal vez no viajes muy seguro
En Rolls-Royce aprovechan para lanzar una pullita a sus rivales "generalistas" dentro del segmento de superlujo, aquellos que han optado por poner en la parte trasera del coche asientos reclinables que permiten convertir el coche en una cama. Aseguran que esos han tenido que desarrollar sistemas de seguridad adicionales, mientras que en Rolls-Royce han trabajado directamente con los expertos médicos para definir cual es el grado de inclinación óptimo para viajar cómo y seguro al mismo tiempo.
Por eso los asientos posteriores del Limelight serán los primeros en la historia del Phantom que se reclinen hacia atrás. Lo harán concretamente con un ángulo de 27° que facilita el apoyo de la cabeza en el cojín del reposacabezas. Por otro lado un nuevo reposapiernas se eleva electrónicamente a un ángulo de 68° para sostener las piernas.
Por si todo esto fuese poco, un reposapiés emerge del suelo para elevar los pies hasta los 30°, asegurando así una postura de relajación absoluta. Los pasajeros ya están en posición de máximo descanso, máxima relajación y a ello contribuye también la tapicería en tonos claros, que luce costuras con forma de diamante en honor a los Rolls-Royce clásicos más elegantes.
Por último su carrocería, pintada a mano, luce los colores Seashell y Navy Blue junto con detalles en forma de diamante a juego con el interior. Las llantas de nueve radios y 21 pulgadas de diámetro, son específicas para esta versión de la que sólo se fabricarán 25 unidades y que ya está disponible bajo encargo en cualquier concesionario Rolls-Royce de todo el mundo. Cantantes y artistas, allá donde estéis este podría ser vuestro coche.
En Motorpasión | Prueba Rolls-Royce Phantom