En Motorpasión os contamos el pasado viernes, casi antes que nadie, que España vuelve al límite de velocidad máxima de 120 km/h. La medida temporal de limitar la velocidad de turismos y motocicletas en autopistas y autovías a 110 km/h, para reducir el consumo de gasolina y gasóleo (y así importar menos petróleo) finalizaba el 30 de junio, y finalmente se decidió no prorrogarla.
Cuando se implantó el límite de 110 km/h según fuera el Estado, o las comunidades autónomas, en la mayoría de los casos se colocó una pegatina completa sobre el disco de la señal, en otros casos se optó por una pegatina parcial solo del “1” (para tapar el “2”) y en algunos casos (los menos) se optó por sustituir la señal completa.
Esta operación le costó al Estado unos 250.000 euros (si lo preferís 0,25 millones, y para tener una referencia sobre su magnitud, hay que recordar que el presupuesto del Ministerio de Fomento para 2011 es de unos 13.626 millones de euros). Ahora toca volver a reponer las señales al 120 km/h previo, pero si pensábamos que sería tan sencillo como retirar las pegatinas con el 110 km/h, nos hemos equivocado.
Nuevas pegatinas, y 230.000 euros
Resulta que ni es tan fácil, ni será gratis, porque las pegatinas están tan bien pegadas que quitarlas es un engorro bastante complicado. Para evitar daños por el sol, por la lluvia o por el viento, y que se despegaran accidentalmente, se utilizó un adhesivo bastante fuerte. Así que parece que la opción menos mala es colocar una nueva pegatina encima, esta vez con el 120 km/h. Esto está por confirmarse definitivamente, ya que se están ultimando los detalles, pero según fuentes del Ministerio parece que es la opción más previsible.
Las nuevas pegatinas supondrán un gasto para el Estado similar al de las anteriores, aproximadamente 230.000 euros. Y no pienso caer en la demagogia, ni quiero que se me malinterprete, pero, ¿no os da bastante pena tener que volver a gastar dinero en nuevas pegatinas?, ¿no se podría haber previsto un sistema de cambio que fuera más removible? (va a resultar que los que optaron por cambiar la señal acertaron).
Debo decir que yo (ahora es cuando vais a asustaros y condenarme al averno) soy defensor del 110 km/h y me esperaba que la limitación temporal de 110 km/h durara más, (no digo permanentemente, pero sí algo más), sobre todo para seguir ahorrando dinero y que el efecto deseado tuviera aún más peso. No quiero decir que no me guste conducir más rápido, la conducción es más emocionante (incluso divertida si queréis decirlo así) y se acortan los tiempos de viaje (así de claro).
De hecho es perfectamente razonable aspirar a un límite de 130 km/h, como algunos otros países europeos, con las actuales carreteras (autopistas y autovías) y coches. Sin embargo cuando uno se pone a indagar en los motivos y causas en los que se argumenta la reducción de la velocidad, ya no ve como algo tan extraño o caprichoso lo del 110 km/h.
Para empezar el límite de velocidad máxima de 110 km/h existe en otros países, incluso también de la Unión Europea. Además, en la práctica, tampoco se alargaban tanto los trayectos habituales (en mi caso, emplear algo así como un minuto y medio más en ir desde la periferia de la Comunidad de Madrid a Madrid centro, no me afectaba para nada).
La culpa la tiene el petróleo
Y luego están los hechos de mayor peso, la producción y precio del petróleo. Es probable que recordéis una noticia de hace muy pocos días, la Agencia Internacional de la Energía tuvo que recurrir a sacar al mercado 60 millones de barriles de petróleo de las reservas estratégicas (o sea, gastar ese petróleo que se supone tenemos guardado para emergencias).
Y es que finalizamos el año 2010 con un déficit de oferta de petróleo de más de un millón de barriles diarios (sí señores, cada día se consumía en el mundo más petróleo del que se estaba extrayendo de los pozos) y encima, por la propia ley de oferta y demanda, por movimientos especulativos y de grupos inversores, o por el cénit de producción de petróleo (que con bastante probabilidad ya hemos alcanzado, según la propia AIE) el precio del petróleo volvió a superar los 100 dólares/barril, alcanzando incluso, algunos días, en marzo y abril, algo más de 125 dólares/barril (me refiero al crudo Brent, de referencia en Europa).
Siendo además España un país con gran dependencia del petróleo, principalmente porque nuestro sector transporte (con unos 31 millones de vehículos a motor de diferentes tipos) apenas sabe moverse con otra cosa que no sea gasolina o gasóleo (o sea petróleo), la balanza comercial de nuestro Estado ponía en serio peligro una ya de por sí débil recuperación económica.
La balanza comercial (en pocas palabras y de manera muy sencilla) no es otra cosa que el equilibrio entre el dinero que entra en España (por todo aquello que exportamos, es decir que vendemos fuera) y el dinero que sale de España (por todo aquello que importamos, es decir que compramos fuera). Cada año nos dejamos muchísimos millones de euros en petróleo, dinero que no volvemos a ver, y tanto más cuanto más caro esté (así que si se puede ayudar un poco a compensar la balanza, mejor que nada).
Así que desde mi punto de vista, estaba justificado tomar las medidas de ahorro de petróleo, que ayudaran a consumir menos, y tener que comprar menos (y pagar menos), más aún cuando problemas sociales en Libia ponían en peligro el suministro de petroleo a nuestro país (aproximadamente entre el 10% y el 13% del petróleo que consume España viene de allí).
Otra cosa diferente es que hubiera que haber tomado otro tipo de medidas para reducir el consumo de petróleo (yo escuché a ecologistas y gente relacionada con cuestiones de energía proponer que se bajara a 100 km/h), o que al final el ahorro en la práctica no fuera tanto como se pensaba en teoría en el IDAE, o que no nos guste ir más despacio y prefiramos conducir un poquito más rápido.
Ahorrar energía y dinero (y de paso contaminar algo menos)
En estos meses el Ministerio considera que se han ahorrado unos 450 millones en gasolina y gasóleo. Dinero que hemos ahorrado entre todos, que no ha salido de España para pagar petróleo y que se ha gastado, dentro de España, en otras cosas. Es dificil asegurar una cifra, de hecho algunos dicen que la medida no ha ahorrado nada, y que el inferior consumo de carburantes se debe al menor consumo, a la crisis, a usar menos el coche y a los altos precios de la gasolina y gasóleo (que hacen que todos miremos más por lo que gastamos).
Creo que ni lo uno, ni lo otro, como suele suceder en casi todo, la verdad suele estar a medio camino de los extremos. Si uno revisa los boletines estadísticos de hidrocarburos, puede ver que antes de tomar la medida del 110 km/h ya había descendido el consumo de carburantes, pero cuando revisa los meses en los que la medida estuvo vigente, se puede ver que el consumo descendió todavía más, luego parece que las dos cosas (crisis y correr menos) han tenido que ver.
Yo, en mi caso particular, en mi coche, un pequeño utilitario diésel de menos de cuatro metros y 80 CV, sí he podido comprobar que consumía menos, y además bastante menos: unos 0,6 l/100 km, lo que en mi coche viene a ser aproximadamente un 12% y que me permitía hacer unos 130 km más por depósito (unos 47 – 48 litros) y ahorrar, con los precios tan altos de los carburantes, unos siete euros por depósito (por esos 130 km “que me salían gratis”). Además hacer más de 1.100 km con un depósito (sin entrar en la reserva) tiene su aquel. Es cierto que no es mucho ahorro, pero ya sabéis, granito a granito…
Además en estos meses ni ha habido más accidentes por ir a 110 km/h (la gente no se ha dormido al volante) ni tampoco ha habido más multas. Muchos argumentaban que era una medida recaudatoria para sacar más dinero en multas por exceso de velocidad. El hecho es que las sanciones bajaron mucho (y aunque hubo una ligera subida del 8% a principios de junio, sigue siendo bastante menos que el 62% de bajada de la primera semana de vigencia de la medida). Si la gente es responsable al volante y respeta los límites de velocidad, está claro que no hay más multas, por mucho que le gustaría a la DGT (según algunos).
Sé que algunos habéis criticado esta medida porque se ha impuesto, en lugar de ser una recomendación. Yo aquí tengo que decir, muy a mi pesar, que conociendo este nuestro país, si no nos hubieran obligado a ir más despacio, me temo que hubieran sido muy pocos los que lo hubieran hecho y el ahorro entonces sí que no se habría notado.
Os pondré un ejemplo: en España reciclar (papel, cartón, envases de plástico, metal, tetrabricks, vidrio, etc) no es obligatorio (ni hay sanción económica alguna si no se recicla). Sin embargo sí que hay campañas y publicidad (que tampoco salen gratis, por cierto) para intentar concienciar a la gente de que recicle (de manera voluntaria). ¿Sabéis cuánto reciclamos en España? Varía según el material que se considere, pero si tenemos en cuenta todo lo que se podría reciclar, solo reciclamos el 14% (aproximadamente).
Así que al final, por todo esto que os contado, aunque a mí también me gusta conducir más rápido, no me parecía mal la medida del 110 km/h. Habrá que ver qué sucede con los precios del petróleo (ahora mismo está a unos 106 dólares/barril). Desde luego está ya muy caro (y esperemos que no se ponga carísimo), pero quizás habría que pensar en un sistema que permitiera cambiar, según las necesidades y de manera temporal, el límite de velocidad, sin tener que gastarse dinero cada vez en nuevas pegatinas para poner encima de otras pegatinas.
Por cierto, cuestiones económicas a parte: la energía no nos sobra (y el petróleo menos).
Vía | Cinco Días
Fotografía | Xornalcerto (CC) modificada
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