Los accidentes de tráfico siempre son lamentables, pero cuando una de las víctimas es un niño, la tragedia se multiplica. Por eso, en los últimos años la mejora de la seguridad vial se ha enfocado especialmente en proteger a los menores. En efecto hemos mejorado (en 1990 murieron en las carreteras 307 niños, mientras que el año pasado fueron 60), pero aún así, los accidentes de tráfico suponen hoy en día la primera causa de muerte accidental en los menores de 14 años.
Evidentemente, los sistemas de retención infantil juegan un papel crucial. La Fundación Mapfre y Ford aseguran que entre el 50 y el 80 por cierto de las lesiones graves o mortales sufridas por niños en accidentes de tráfico se podrían evitar si se colocasen sistemas de retención adecuados (hay que recordar que estos deben ir adaptándose al crecimiento del niño).
Por si fuera poco, el 40 por cierto de los menores fallecidos no llevaba ningún tipo de sistema de retención infantil. Desde luego los datos no dejan margen a error: es imprescindible que los menores que viajen en coche utilicen siempre estos sistemas, y sería una irresponsabilidad por parte del adulto a su cargo no respetar esta norma mínima de seguridad.
Lamentablemente, en ocasiones, son los propios padres los que, aún teniendo los sistemas de seguridad adecuados, no los usan en sus trayectos diarios. Creo que es fundamental concienciar a todos de su importancia, y conseguir reducir el número de víctimas de accidentes de tráfico.
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Imagen | Jason Cartwright