Hoy os voy a contar una pequeña historia. Cuando heredé el Renault 19 GTS de mi padre, lo primero que pensé al sentarme en el puesto de conducción es en cuanto dinero se habría gastado mi padre en uno de los extras que le puso, los intermitentes.
Cuando estaba haciendo las prácticas en la autoescuela, no le dí importancia al detalle de los intermitentes ya que pensaba que un coche de autoescuela debería llevar todos los extras de seguridad disponibles. Lo que me llevó a pensar que el intermitente no viene de serie en un coche era el hecho de circular casi a cualquier hora del día y notar que el uso de este indicador era algo testimonial. De hecho, lo raro es ver a alguien que los use.
Derivado de esto, siempre supuse que era un extra carísimo, ya que muy pocos lo utilizaban. Pero claro, todos los coches sí llevan los indicadores integrados en las ópticas, tanto delanteras como traseras (perspicaz que es uno), así que suponía que lo caro debía ser la maneta del indicador.
Pero no, ahí también fallé en mis elucubraciones, ya que cuando dí el gran paso y me compré mi coche, me dí cuenta que estaba completamente equivocado, los intermitentes sí vienen de serie. Es más, repasando el libro de la autoescuela, ví que su uso es obligatorio para indicar ciertas maniobras, como un cambio de carril o un giro en una intersección.
Por supuesto, todo lo de arriba es pura ironía, fruto de la frustación que se vive día a día al volante, al encontrarte a ciertos personajes (por no definirlos de otra forma) que se piensan que estás conectado sensorialmente con ellos, de forma que puedes adivinar en todo momento cuales van a ser sus maniobras.
El hecho de usar el intermitente no supone mayor esfuerzo, ya que no te vas a hacer ni un esguince de muñeca (o de dedo, dependiendo del movimiento que hagas) ni el consumo de tu coche va a subir en 2 litros más. Vamos, que es indoloro y gratuito.
Nunca entenderé porque hay gente que no los usa nunca (o casi nunca) ni para salir de una rotonda, ni para girar en una intersección ni para cambiar de carril. Más flagrante aún es cuando vas en ciudad detrás de un vehículo y de repente, frena sin compasión. Después del susto, te das cuenta que lo que pretende es aparcar o que ha visto alguien que presumiblemente va a dejarle un sitio libre. ¿Tanto cuesta estirar un dedo para darle a una palanquita? Pues parece ser que sí, que cuesta bastante.
Y aquí acaba mi pequeña pataleta, justificada creo yo tras estar todos los días sufriendo a los dedoscortos que no quieren (o no saben) hacer uso de algo que supuestamente es obligatorio y que además, te enseñan en la autoescuela. Por eso, desde aquí, desde mi pequeño rincón de internet me gustaría hacer una petición: usa el intermitente, el que venga detrás de tí te lo agradecerá y ni tu salud ni tu bolsillo se verán resentidos por ello. De verdad de la buena.
En MotorPasion | Las rotondas, esas grandes desconocidas