La noche de fin de año me tocó coger el coche justo después de las campanadas. En la autopista, un coche adelantaba a otro delante de mí. Otro me adelantaba a mí, y otro venía detrás por el carril de la izquierda.
En ese momento iba a aprovechar para pasarme al carril de la izquierda para adelantar al que tenía delante (que ya estaba siendo adelantado). El caso es que me percaté que llevaba la ‘L’ y decidí esperar otro coche más. Ni mi maniobra ni las de los demás coches hubierna sido peligrosas ni incorrectas, pero me puse en la situación del coche que tenía delante.
Era su primer fin de año con carné y le toca coger el coche. Baile de luces delante y detrás de él, nosotros conducimos de manera “automática”, pero al principio cuesta interpretar todas las luces en los retrovisores.
Para eso sirve la ‘L’, no sólo significa “ten un poco más de cuidado”, sino también “dale una pequeña ventaja, que está empezando”. Para este tipo de situaciones en las que la mayoría de los conductores no tendríamos problema.
Lo que me lleva a la siguiente reflexión: los conductores que necesitan este tipo de ventajas no son únicamente los noveles. Por ejemplo, las personas mayores. O cualquier persona que se sienta insegura en el coche, bien porque no se le de bien conducir, porque coja el coche una vez cada año, etc.
Además de ser obligatorio para los noveles, sería interesante que la legislación permitiese a cualquier llevar la L si así lo desea (que yo sepa, no es posible ahora), y animar a la gente que quiera a utilizarla a que lo haga.
Ojo, no me lo saco de la manga ni es que yo pretenda marcar a la gente: he conocido a dos personas que me han confesado que querrían hacer esto, porque se sentían más cómodos cuando llevaban la L.
Foto | Javier Costas