Habrás visto que cada semana, cuando te cuento mis tribulaciones sobre la fauna en ruta que nos rodea, lo primero que te llama la atención es el título que coloco ahí arriba, justo encima de mi foto y mi nombre, además del dibujo de cabecera, que ya por el mero hecho de ser un mal garabato canta lo suyo. Son decisiones que tomo al parir cada entrega, y en ocasiones se me llevan un buen rato.
A veces he llegado a tener hasta siete títulos, y me ha costado horrores decidirme por uno. Este tiene ritmo, pero este otro es más ocurrente; y este otro recuerda a aquel título de una peli… que, ojo, a lo mejor nadie más lleva ahora mismo en la cabeza. Hum… quizá sea esa la baza. Sí, la decisión a la hora de titular es todo un proceso, y de que esté mejor o peor conseguido depende, en buena manera, que tú poses los ojos en ese artículo o que pases de largo a ver para ir a ver a Héctor Ares, por ejemplo.
Hoy, sin embargo, hablamos de otro tipo de decisiones: las que tomamos cuando estamos al volante. Ahí no tenemos demasiado tiempo para decidirnos, y si nos falla el titular no perdemos una lectura sino que podemos perder hasta las gafas del cerca, que dice la protagonista de un popular meme televisivo. La toma de decisiones al volante es un enorme factor de riesgo que no siempre se considera.
De una decisión inadecuada o dubitativa – y toda decisión dubitativa es inadecuada por definición – devienen un gran número de siniestros. Esto se sabe desde los tiempos de ‘La Segunda Oportunidad’, por lo menos. El caso es la toma de decisiones no figura en los esquemas de los factores de riesgo y por tanto de las campañas periódicas de concienciación, y eso es un problema. Porque cuando no conciencias sobre un factor, no luchas contra él y el factor te acaba pasando factura.
Veamos, repasemos. Ya hace como 13 semanas que hablamos del esquema multifactorial chupiguay de la siniestralidad vial, que situaba a una parte de factor humano detrás de cada factor relacionado con la circulación de vehículos. Era cuando definíamos la seguridad vial, y era este de aquí:
Este esquema, que es muy completo, habla de normas bien o mal estipuladas por alguien, habla de técnicos de la ITV que sirven o no a los intereses de la seguridad vial, habla de los señores de Fomento que deciden emplazar según qué guardarraíles, hablan hasta del hombre del tiempo que no informa de una nevada, y también de los policías que se apostan en el arcén para hacer fotos, y no del paisaje, e incluso de los periodistas que informan de una retención de tráfico inexistente.
Es un esquema bastante acercado a la realidad, donde el conductor interacciona con el resto de factores humanos que hay detrás de los factores inanimados que tienen su influencia sobre el mundo de la circulación, y por eso me gusta.
Y sin embargo…
Los factores de riesgo del conductor y la toma de decisiones
Cuando hablamos de factores de riesgo del conductor, es decir si desplegamos todos los ejemplos posibles del señor que está en medio del diagrama, hablamos de alcohol, drogas, medicamentos, distracciones, velocidad inadecuada, tendencia al riesgo que presente el conductor, sentido de la seguridad vial que tenga, respeto por las normas y por el resto de usuarios de la vía… Ese tipo de cosas.
Sin embargo, rara vez aparece ahí la toma de decisiones. Bien es cierto que la toma de decisiones se tiene en cuenta como una materia troncal de la actividad del conductor, y de hecho es fácil de resumir. Y como es fácil, lo voy a hacer:
Ya digo que el esquema es sencillísimo de explicar. Lo complicado debe de venir cuando se lleva a la práctica, porque dice un reciente estudio del Intras y Línea Directa Aseguradora que una inadecuada toma de decisiones ha sido factor determinante en el 73 % de los siniestros con víctimas a partir de un universo de 174.000 siniestros con más de 290.000 conductores implicados. Cito:
Los errores más comunes: distraerse, adelantar incorrectamente, no mantener la distancia de seguridad, incorporarse mal al tráfico o hacer giros incorrectos.
Antes de que saques a pasear al sarcástico que llevas dentro, te diré que es muy importante que estos datos, cruda realidad que seguro que es fiel a lo que tú ves cada día por la carretera, porque es fiel a lo que veo yo (y tú y yo no vivimos en mundos separados que yo sepa); que estos datos – decía – los haya dado el Intras, el Instituto de Investigación en Tráfico y Seguridad Vial de la Universidad de Valencia.
¿Por qué? Pues porque el Intras comparte la información de los siniestros con la DGT, y este estudio pone negro sobre blanco una realidad que puede llegar a los despachos de Tráfico, ahí donde durante años se ha puesto el acento casi exclusivo en la velocidad. A ver, por supuesto que la velocidad inadecuada está presente en un buen número de siniestros, pero no se trata de eso. Vuelvo a citar:
Las colisiones y las salidas de vía por la izquierda son los accidentes con mayor porcentaje de decisiones incorrectas en las carreteras convencionales, con un 85% y un 75%, respectivamente, debido, sobre todo, a situaciones de adelantamiento, en las que el conductor valora de forma errónea variables como el estado de la calzada, la velocidad, la visibilidad o el tiempo que tiene para realizar la maniobra.
¿Ves por dónde voy? Pues de eso va la cosa: un baño de realidad que se agradece. No me resisto a copiar otro párrafo más. Perdona por el ametrallamiento tan insólito como impropio de mí, pero es que esto es un cambio tan grande en planteamientos más o menos oficiales sobre la siniestralidad vial, que estoy por brindar con algo que no sea Fanta:
En autovías y autopistas, que registran solamente el 24% de los accidentes, el tipo de accidente más común por decisiones incorrectas son los alcances traseros a otros coches y las colisiones, con un 92% y un 87% de los casos, debido, sobre todo, a circunstancias como las retenciones repentinas y los cambios de carril.
El estudio sigue con la toma de decisiones por sexos, donde dicen que las mujeres de 35 a 64 años que viajan acompañadas toman decisiones más acertadas ante situaciones de riesgo, y luego ya entra a valorar factores como drogas y alcohol, enfermedades, sueño y cansancio y distracciones tecnológicas, sobre todo con smartphones y sus whatsapps, sms, correos y demás puñetas de nuestro tiempo.
La conclusión más importante la he dejado para el final, y ya si eso tú me cuentas tus pareceres:
Casi 130.000 siniestros con víctimas se hubieran podido evitar si los conductores hubieran sido capaces de valorar correctamente los peligros de la carretera y hubieran tomado una decisión más adecuada a la situación de riesgo”.
Y nada, como solemos decir por aquí cuando alguien nos chiva un tema, un saludo para Reverfons. Estoy por dedicarle otra entrada el próximo lunes a este mismo asunto, que la cosa tiene chicha.
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