Esta semana le metemos mano a uno de los compactos de corte deportivo más interesantes del mercado, Mazda3 MPS. No solo Héctor se va a dedicar a los pepinos y yo a los diesel, que también me gusta este tipo de coches. No es un compacto al uso, tiene un motor sobrealimentado de 260 CV.
El cliente objetivo de este coche busca la funcionalidad de un compacto, pero con un motor enérgico y que tenga un consumo razonable de combustible. Su precio ronda los 30.000 euros, pero considerando lo equipado que está y el motor que tiene, no puedo decir objetivamente que sea caro, ni mucho menos.
Es una alternativa a otros compactos de corte chungo (como diría Pere Navarro) tipo Ford Focus RS, SEAT León Cupra R… e incluso el Renault Mégane RS (tres puertas). ¿Quedará a la altura de sus rivales? ¿Es realmente deportivo? Vamos a ver todo eso con detalle, a través de una prueba exhaustiva.
Exterior del Mazda3 MPS
En este segmento, un deportivo no solo ha de serlo, ha de parecerlo. Solo se vende con carrocería de cinco puertas, tiene diversos retoques estéticos para aumentar su carácter agresivo: paragolpes, toma de aire superior, faros antiniebla, taloneras, doble salida de escape, alerón trasero, llantas de 18”, etc.
La toma de aire superior tiene una finalidad real, la de aportar aire a su intercooler, ubicado encima del motor, y es novedad en el modelo MPS. Se puede distinguir fácilmente por la insignia MPS o por el doble escape, que emana un sonido ronco pero atenuado, no llama mucho la atención en ese sentido.
El alerón trasero, además de “para molar”, disminuye la sustentación vertical. Los grupos ópticos traseros usan LED, más por estética que por ahorro de energía. Según Mazda, tiene una aerodinámica de las mejores del segmento y gran estabilidad a alta velocidad. No alcancé velocidades escandalosas o delictivas con él.
Las llantas de aleación, de aspecto 3D, alojan unas enormes gomas Dunlop SP Sport 2050, adecuadas para el planteamiento de este modelo. Son precisas y serán apreciadas por los gourmets de la conducción deportiva, aunque eleven un poco la rumorosidad de marcha, que dicho sea de paso, es menor a la esperable.
A diferencia del resto de los Mazda3, los retrovisores exteriores tienen integrados los intermitentes. Es más, controlan el ángulo muerto y nos avisan si pretendemos girar y hay un coche en la zona no visible. De todas formas, ese ángulo muerto es despreciable, pues los espejos están deformados y es fácil ver “intrusos”.
Sus faros bixenón aportan una iluminación muy buena de la carretera, incluso en zona de curvas, ya que giran automáticamente para proporcionar una visión adecuada. Este modelo me parece claramente más vistoso y pintón que el anterior modelo MPS, que en mi opinión, queda al lado de este muy simple y hasta soso.
Interior del Mazda3 MPS
Cuando uno se sube a este Mazda, ya tiene la misma cara de satisfacción que tiene el coche visto de frente. No solo parece un buen coche, es que por dentro también lo es. Aunque Mazda no se considera Premium, lo cierto es que poquito le falta. La impresión visual de los materiales y el acabado es muy buena.
Como siempre, se le pueden encontrar pegas, como que el retrovisor tiene tendencia a vibrar un poco cuando se sube un poco el volumen del equipo BOSE, o cuando se circula en zonas de firme irregular. Tampoco me gustó que careciese de una toma USB, aunque existe un sustitutivo próximo, el Bluetooth Audio.
El salpicadero está acolchado y le da un punto de calidad, bien diseñado, con todo a mano. El volante integra bastantes funciones de audio, teléfono, control de crucero y hasta navegador. Solo le falta interacción como el climatizador, pero eso lo vamos a ver en pocos modelos, como Citroën C4, Toyota Prius, Honda Civic…
Se diferencia de cualquier Mazda3 por el tablero de instrumentos, totalmente en rojo, con el logotipo MPS y un manómetro de presión del turbocompresor, visible permanentemente. El mismo tono rojo se repite en las costuras de los asientos, guarnecidos de las puertas, el volante, etc.
La instrumentación del tablero no está completa, pues falta el termómetro del agua y, según gustos, testigo de presión/temperatura del aceite. Cuando el motor está frío, vemos un testigo de color azul, como en el Subaru Impreza. Si hay calentón, veremos un testigo rojo, pero no hay un reloj como tal.
A mano derecha tenemos dos pantallas. Una de ellas da información diversa sobre ordenador de a bordo, navegador, temperatura exterior, preferencias… y en la derecha, la típica pantalla Mazda de color rojo, con información del climatizador bizona, teléfono Bluetooth y sistema de audio.
Los pedales son de aluminio, un detalle de carácter deportivo. Asímismo, las inserciones en rojo/negro combinan con un interior predominantemente oscuro e inserciones de color aluminio (sin aspecto de). La caída amortiguada de la guantera o del compartimento a la izquierda del freno de mano realzan la sensación de calidad.
La climatización es bizona y automática, aunque los mandos no sugieran eso. Además de ser cómodo de utilizar, es intuitivo y bastante agradable, sobre todo para quien es muy quisquilloso con eso de notar el aire acondicionado. Los asientos calefactados no los he probado por la época que es, pero es un equipamiento de tipo lujoso.
Me han gustado los asientos semi-báquet por cómo sujetan el cuerpo y la comodidad que aportan por otro lado, así que quien busque radicalidad, que mire otro coche con asientos torturadores. En las plazas traseras, lo habitual, más cómodo para dos personas, la tercera como algo ocasional, y siendo delgado y no muy alto.
En las plazas traseras no sé cómo se va, pero si el conductor imprime un ritmo fuerte en zona de curvas, la sujección creo que no es la mejor posible. Abatiendo la tercera plaza, hay dos posavasos, sin comunicación con el maletero. Para personas por debajo de 1,80 metros se puede viajar con comodidad aquí.
Cuando se arranca el Mazda3 MPS comienza un sonido ronco, pero como dije antes, atenuado. Con las ventanillas subidas y una conducción normal y legal, el motor no es nada ruidoso, y el aislamiento del coche es más digno de una berlina (segmento D) que de un compacto (segmento C), poniendo en evidencia a algunos rivales.
Aunque lleva ruedas de poco perfil, no es un coche incómodo de suspensión para un uso general, depende más que nada del pasaje. El cliente típico de este coche no se quejará de un tarado duro, pero sí puedo decir que los más quemaos pedirán más. Se puede pedir como accesorio una suspensión más firme, de Eibach.
Obviamente cuando se sube el motor de revoluciones el sonido es más imponente, pero en ningún caso molesto, es más silencioso que el Mazda3 MPS previo. Seguro que habrá gente que piense que no es lo suficientemente ruidoso y que se ha quedado muy aburguesado, dependerá con quién le comparemos entonces.
En mi opinión, sin ser un extremista, creo que ha quedado muy silenciado, y que se ha huído de la radicalidad. Es un coche deportivo con múltiples concesiones al confort, más utilizable todos los días sin que acabes hasta el gorro del coche. Y en cuanto a los consumos… son soportables para un modelo así.
En circulación general a velocidades legales, es un coche cómodo, aunque obviamente habrá más comodidad en un Mazda3 normal, pues el tacto del coche es más duro en general, y la carrocería está reforzada. El tacto de pedales, dirección y cambio es más bien tirando a duro, con un notable grado de precisión.
Por cierto, hablando del pomo del cambio, la empuñadura puede girarse. Habrá quien lo interprete como un detalle de mal ajuste, y otros lo verán como que pueden orientarse la “H” a su gusto, creo que es más bien lo segundo, y no es el primer Mazda al que le pasa. Este coche no se vende con cambio automático.
Otro detallito, es que con condiciones muy concretas de luz, puede reflejarse un destello en una pieza metálica que decora el borde inferior de la puerta, entre el asiento y la misma, y puede llegar a ser molesto puntualmente. Las alfombrillas van MUY bien sujetas, cosa que no puede decirse de todos sus rivales.
Finalizo ya con el maletero, espacioso (340-1.360 litros) y de formas muy regulares. Bajo el mismo, un kit de reparación de pinchazos y el subwoofer. Habría preferido una rueda de repuesto, aunque fuese una miserable galleta, pues al finalizar la prueba pinché (un agujero del tamaño de un boli Bic) y el kit no sirvió para nada.
Tuvo que recogerme la grúa. Fue el broche de oro a la prueba.
Continuará...