Desde que se destapó la trama de la adulteración del gasóleo en los medios de comunicación, existe una gran preocupación entre los consumidores que han repostado gasóleo últimamente. No existe una lista de gasolineras precintadas, en las que hay tanto independientes como abanderadas.
¿Qué pasa si descubrimos que hemos sido clientes de una gasolinera que nos ha vendido el caldo adulterado? Pues hay que reclamar, pero eso ha de estar respaldado documentalmente. Es imprescindible tener tiques de caja, facturas u otros documentos que puedan acreditar el repostaje, como el extracto de una tarjeta de crédito.
En el caso de haber sufrido daños mecánicos, es necesario un informe emitido por un perito o ingeniero mecánico, que establecerá la relación causa-efecto. Además, hay que pedir al establecimiento la hoja de reclamaciones, y acudir con una copia a una oficina de atención al consumidor.
Si no se puede demostrar de ninguna de estas formas el daño al vehículo, la reclamación no puede prosperar. Pero si el perito determina que el gasóleo adulterado es responsable, podemos reclamar daños y perjuicios, no solo la compensación por la avería. Rodarán algunas cabezas a lo largo de meses.
Como más de uno ha apuntado, el gasóleo agrícola bonificado (gasóleo B) no es muy diferente al de automoción por la sofisticación técnica de los motores modernos de la maquinaria. Pero el gasóleo de calefacción (gasóleo C) es otro cantar, acumula más impurezas y puede producir daños en un motor moderno.
Ahora bien, hay que dejar claro que el auténtico problema es qué se ha echado al gasóleo para aumentar su volumen, y ese es el quid de la cuestión. Además, el tratamiento químico para retirar el colorante no ha sido el adecuado. Aún queda culebrón para rato.
Fuente | Peritos judiciales GP-GRUP
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