Dijo Stendar que “el amor es un estado de imbecilidad transitoria”, y lo reconozco, he sido un imbécil. Cuando estás enamorado, tu coche de 70 CV es una bala, tu chica la más guapa del Mundo (o tu chico), el gasóleo huele a rosas, las averías son normales… y a veces se pierde el sentido de la realidad.
De toda la lista de personas que mi abuelo me recomendó evitar acompañar en carretera me sorprendió el colectivo de los enamorados. Poco después entendí por qué dijo eso.
Los coches de recién casados son un ejemplo, como no vaya un chófer conduciendo, los ocupantes tendrán sus niveles hormonales y emocionales bastante alterados, y no digo nada como hayan hecho más de un brindis.
Pero los caricaris también pueden ser peligrosos en el día a día.
Una vez os juro que me adelantó un coche cuyo conductor y acompañante se habían fundido en un apasionado beso ¡ni iban mirando! Eso es MotorPasión sí... Pues como el beso sea muy apasionado igual se les gira la dirección, y las consecuencias son fácilmente previsibles.
No sé si el estudio lo hizo la Universidad de Stanford, el Massachussets Institute of Technology o mi vecino del cuarto, pero dice que la conducción en estadios de alta concentración de endorfinas puede ser comparable a la de conducir drogado. Después de todo, eso es el amor, pero con motivo de que se perpetue la especie.
En este día tan señalado, tengas pareja o no, y en general cualquier día del año, ten cuidado con ellos. Son indetectables a los radares, al alcoholímetro, a los perros policía… a todos. La DGT no les nombra en sus campañas, la sociedad les acepta, son envidiados, etc.
Cualquier momento puedes cruzarte con unos caricaris, por ejemplo, justo antes de llegar “al lugar señalado” para darse mimitos o justo después de, con cristales empañados, marcas de barro en las ruedas y palmas de manos o pies visibles entre el vaho.
En la ciudad también les puedes encontrar, queriéndose mientras el semáforo está en rojo o cruzando un paso de peatones sin mirar… nada más que la pupila de su media naranja.
Huye de ellos como de la peste, y déjales a su bola. Y si eres uno de ellos, usa la cabeza. Si decides terminar San Valentín sobre ruedas, te recomiendo que eches un vistazo a nuestros consejos para hacer el amor en el coche.
Fotografía | Javier Costas, Daquella manera (Flickr)
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