Con la llegada de María Seguí a la Dirección General de Tráfico muchos pensamos que no podría ser peor que su predecesor. Después del amigo Pere Navarro era relativamente fácil hacer las cosas mejor. Los conductores ya estaban (y siguen) criminalizados y cada día es más evidente el carácter recaudador de la gran mayoría de las medidas que se imponen.
Con el caramelo de los 130 km/h y algún que otro brillante que reluzca frente a lo no tan bueno, parece que las novedades en materia de tráfico nos parecen bien, pero... ¿es oro todo lo que reluce? Vamos a intentar averiguar hasta qué punto funciona eso de camuflar las medidas "malas" mediante dulces que desvíen nuestra atención como el ya famoso máximo de 130 km/h en determinados tramos de autovías y autopistas.
El último tema que ha llamado mi atención es el comunicado que ayer publicaba la DGT, en el que aseguraba que durante el próximo año 2014 no se invertirá dinero público en radares fijos, aunque se mantendrán convenientemente los que ya existen (que no son pocos). Seguro que más de uno saltaba de alegría y, sinceramente, no encuentro motivos para estar contento. De verdad que no.
Radares móviles: más eficacia, más dinerito
Me explico. Que la DGT no vaya a dejarse un euro en nuevos radares fijos está muy bien, pero eso no significa que no vayan a seguir a la caza del conductor despistado (bueno, y del que corre porque quiere, también). De hecho, aseguran que pondrán todos sus esfuerzos en los radares móviles. Sí, esos que te esperan en cualquier esquina para hacerte un retrato. ¡Qué gran noticia!
Tengo que aclarar que cuando hablo de conductor despistado me refiero precisamente al conductor despistado, y no al que circula a 160 km/h porque le da la gana. Es decir, hablo del tipo que, sin darse cuenta, rebasa ligeramente el límite hasta que se percata de ello y vuelve a su velocidad de crucero. Las normas son las normas pero, ¿hay mucha diferencia en seguridad entre circular a 120 km/h o circular a 126 km/h? Digamos que la diferencia son únicamente los 100 euros de sanción que hay de por medio.
La obligatoriedad de anunciar los radares fijos hace que sean, por decirlo de alguna manera, bastante menos eficaces que un radar escondido tras un seto (o tras una furgoneta si estamos en ciudad, que también las hay). Eso de avisar al conductor para que levante el pie, o pegue un pisotón al pedal del centro, es algo que reduce los ingresos de las arcas de la DGT, y no se puede permitir.
Y si no queremos que los conductores estén avisados de los radares previamente, ¿qué es lo siguiente? Pues hagamos una cosa. Si antes prohibíamos los inhibidores de radar, que cancelaban la acción de estos, ahora tenemos que prohibir también los detectores, no sea que se nos escapen los conductores más avispados, aquellos que se enteren de dónde tenemos situados los radares móviles.
¿Cuál es la solución entonces? Ni un radar fijo nuevo y a invertir en radares móviles, que son como las gallinas de los huevos de oro. Sólo hay que esconderlos bien escondidos y esperar (echando una siesta, por ejemplo) a que pase algún despistado al que cobrarle 100 euros por rebasar la velocidad máxima en 3 km/h. Y sí, claro que hay gente que va muy deprisa y de alguna forma hay que hacerles cambiar de punto de vista, pero los que pagan el pato no son ellos, sino todos.
Pero todo esto es por su seguridad, porque sabemos que quien no supera la velocidad máxima ni en 1 km/h porque va más pendiente del velocímetro que de la carretera es mucho más seguro para la circulación. Es evidente que es mejor tener las carreteras abarrotadas de conductores con miedo a sobrepasar el límite, que de conductores tranquilos y con más confianza en la tarea que realizan: conducir.
Y del helicóptero mejor ni hablamos, porque esa sensación de haber atracado un banco cuando hay uno en el aire y nosotros vamos 5 km/h por encima del límite es sencillamente indescriptible. Para qué jugar a videojuegos como el GTA V si con sólo salir a la calle a conducir un rato puedo sentirme igual de criminal, o más, sin poner en peligro a nadie.
Vamos, que los radares móviles son un chollo. Permiten echarse una siesta mientras echan fotos ellos solitos (visto con estos ojitos), podemos esconderlos en cualquier vehículo y detrás de cualquier árbol, cartel o cambio de rasante, y además tenemos pleno derecho a dejar el coche que lo equipa en la cuneta, isleta o arcén que nos venga en gana. Y ya me contarán ustedes cual es el efecto reeducador (qué palabra más bonita y cuánto les gusta usarla) de una foto a traición. Viva la seguridad, claro que sí.
En Motorpasión | "Tráfico no comprará nuevos radares fijos en 2014":https://www.motorpasion.com/seguridad/trafico-no-comprara-nuevos-radares-fijos-en-2014