En 2005 se celebró una carrera de las World Series en un circuito urbano montado en Bilbao. El proyecto iba para tres años, pero lo problemático y polémico de la experiencia hizo que esa fuera la primera y última carrera.
El caso es que a parte de la discusión deportiva de si las World Series merecían semejante despliegue, y de las quejas de parte de la población por bloquearles la ciudad todo un fin de semana, el caso llegó también a la política, en relación a los gastos que supuso el acontecimiento.
Según el Tribunal Vasco de Cuentas, la carrera le salió al contribuyente por 11,5 millones de euros, incluidas contrataciones a dedo por valor de 1,4 millones. Los responsables se justifican diciendo que parte de esos gastos se hubieran amortizado si la prueba se hubiera disputado los tres años previstos inicialmente.
De los 11,4 millones, 10,3 correspondieron a la preparación del circuito, 530.000 a los estudios previos y medio millón a labores de limpieza, seguridad y publicidad. Los ingresos se elevaron a 2,9 millones, de los que un millón procedieron de la venta de entradas y 1,6 millones de patrocinio.
¿Y cuánto se recuperó en imagen e impacto? Hay un informe que cifra el retorno en 15,7 millones de euros, pero está sin verificar.
Vistos los problemas que ha dado, y si se trataba de conseguir impacto publicitario para la ciudad, hubiera sido más sencillo comprar un aleroncito en un equipo puntero de Fórmula 1. Al menos ese tipo de inversión no lo suele discutir nadie, justificándose en el impacto global que se consigue con la F1.
Vía | El País
