Laleh Seddigh una joven iraní de 28 años, ha recibido el título de mejor mujer piloto de automovilismo en Irán. El reconocimiento va en femenino, aunque Laleh ya ha vencido a varios de los mejores pilotos masculinos. Y eso que no le permiten participar en competiciones oficiales.
Ha sido bautizada “la pequeña Schumacher”, estudia doctorado y es gerente administrativa de una compañía de piezas de recambio para coche. Espera dedicarse por entero a la competición. Varias marcas como Proton, Hyundai y Mazda se han interesado por su patrocinio.
La pasión de Laleh por la velocidad viene de lejos. A los 13 años confiesa que le robaba las llaves del coche a su padre para dar vueltas alrededor de casa, «vigilando siempre que no me pillase la Policía».
En Irán, a diferencia de otros países islámicos, como Kuwait o Arabia Saudí, la mujer puede conducir y desempeñar cargos administrativos y políticos. Pero debe hacerlo cómo mínimo con la cabeza cubierta por un pañuelo. Así que ella siempre lleva uno azul bajo el casco.
En los dos últimos años, ha ganado muchas carreras de automóviles realizadas en su país y se ha convertido en una celebridad. El último logro fue conseguir un histórico triunfo en el estadio Azadi de Teherán, durante la disputa de el campeonato monomarca de Proton.
«Cada vez que quiero entrenar o probar un coche, los empleados del circuito me piden una carta de autorización, aunque soy el capitán del equipo de velocidad de Proton» No es la única, este año, otras 30 mujeres se inscribieron en el concurso por el primer premio, aunque no compiten en la misma categoría que la de los hombres y los premios se entregan por separado.
Su trayectoria habría sido más fácil en otro lugar, porque sólo para poder competir en carreras de velocidad tuvo que esperar ocho años una autorización. Ahora le gustaría poder correr en torneos occidentales.